domingo, 30 de junio de 2013

La reafirmación de la emoción y la intuición: La rebelión romántica

Aunque habitualmente consideramos al romanticismo como un movimiento del mundo de las artes, fue, en realidad, mucho más; continuó con las protestas de la Contra-Ilustración en oposición a la visión del mundo cartesiano-newtoniana. El artista y poeta romántico William Blake (1757-1827) rogaba: *Dios nos salve/de la visión simple del sueño de Newton». Los románticos consideraron que las demandas cartesianas por la supremacía de la razón eran desmesuradas, y las combatieron con cantos a los sentimientos fuertes y a la intuición no racional. En tanto que algunos escritores de la Ilustración, particularmente Hume, habían valorado las «pasiones- morales y suaves, los románticos estuvieron inclinados a venerar todas las emociones fuertes, incluso las, violentas y destructivas. Los románticos creyeron fervientemente, por encima de todo, que existían más cosas en el universo que los átomos y el vacío, y que se podría alcanzar un mundo más allá de lo material si se desataban las pasiones y la intuición. Muchos románticos tomaron drogas psicoactivas con este fin, esperando poder escapar de los límites de la conciencia racional ordinaria, a la búsqueda de una verdad superior, casi platónica.
Como era de esperan la concepción romántica acerca de lo mental difería de la de Newton y con ella de la mente de la Ilustración. La mayoría de los escritores de la Ilustración estuvieron preocupados por la experiencia consciente; los románticos presagiaron ideas sobre el inconsciente, el hogar caótico y primario del sentimiento y la intuición. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) postuló que la voluntad es la realidad nouménica que hay detrás de las apariencias. La voluntad de la que hablaba Schopenhauer, especialmente la voluntad de vivir, empuja a la humanidad hacia un esfuerzo vano e interminable por alcanzar algo mejor. Esta descripción cié la voluntad prefigura el concepto de Ello planteado por Freud. En su obra Parerga, este autor escribía lo siguiente: «En el corazón de cada hombre vive una bestia salvaje*. La inteligencia intenta controlar a la voluntad, pero su furia nos causa dolor y lo inflige a otros.
También prefiguraron a Freud los escritores que vieron el lenguaje del inconsciente en los sueños, sólo necesitando ser descifrado para revelar los secretos del infinito.
En contraste con la imagen de la mente bastante mecánica y sin vida que avanzaron muchos de los filósofos, especialmente en Gran Bretaña, los románticos representaron a La menee como libre y espontáneamente activa. La voluntad es una bestia salvaje, pero aunque la furia implica dolor, también implica libertad de elección. Así, la filosofía de Schopenhauer fue voluntarista, una reacción romántica en contra del determinismo materialista de la Ilustración. Por lo general, esto llevó a que los románticos veneraran a héroes, genios y artistas, aquéllos que hicieron valer SLL voluntad y no se inclinaron ante kis costumbres del mundo. Por ejemplo, Thomas Carlyle reverenció a héroes que abarcaban desde Odín hasta Shakespeare o Napoleón. Incluso podemos encontrar en el estudio de la percepción este énfasis romántico en la actividad independiente de la mente. La mayoría de los filósofos siguieron a Hume, al ver la percepción como un proceso de registro ele -impresiones» en una mente pasiva. Por ejemplo, Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), influido por Kant, Leibniz. y la tradición idealista europea, comparó a la mente con una lámpara. En vez de registrar simplemente impresiones, la mente producía luz intelectual, alcanzando activamente el mundo y moldeando la experiencia resultante.
Los románticos rechazaron la concepción mecánica de la sociedad que había llevado a la Ilustración Francesa, cuyo comienzo habían aplaudido pero cuyo final sangriento habían lamentado. Si la sociedad, como la naturaleza, no es más que una máquina, entonces, al igual que ésta, debe estar controlada científica y racionalmente. Algunos románticos como Edmund Burke (1729-1797) sostuvieron, en contra de la opinión anterior, que las sociedades se desarrollaban, que no podían hacerse. Las costumbres de la sociedad civil se convertían lentamente en un conjunto interconectado y rico de costumbres, normas y creencias, que en muchas ocasiones, sólo estaban en la conciencia de una forma marginal. Pensar en alguna práctica social como irracional, era afín a pensar que la forma de un árbol era irracional. Además, del mismo modo que la poda excesiva para darle forma a un árbol puede matarlo. la planificación científica puede matar a una cultura. Un solitario Burke aplaudió, como miembro del parlamento, a la Revolución Americana porque hizo valer los derechos consagrados de los ingleses contra un Rey tiránico. No obstante. Burke denunció a la Revolución Francesa, posteriormente, por derrocar, en nombre de la razón abstracta, el estilo de vida francés natural y desarrollado.

Aunque el movimiento romántico fue efímero, su legado para la psicología fue el de una gran escisión. Todos los psicólogos fundadores vieron la mente desde el espíritu del romanticismo, aunque sin concederle un papel elevado a la pasión y la intuición. "Wundt denominó a su psicología como voluntarista, acentuando la independencia existente entre los principios del desarrollo mental y los del desarrollo físico. James fue también un voluntarista, comprometido profundamente con la realidad de la voluntad y con su libertad. Por supuesto, Freud recogió la noción del inconsciente, y elevó sus pasiones a causas del pensamiento humano y de la conducta, por encima de la voz siempre tenue de la razón. Sin embargo, en el mundo de habla inglesa, que es el que fundamentalmente nos interesa, la concepción de la mente, y después de la conducta, como algo esencialmente mecánico e impulsado desde el exterior, reemplazó, a pesar de las protestas de James, a las concepciones románticas. Asimismo, los psicólogos del siglo xx estuvieron profundamente involucrados en la ciase de ingeniería social científica que horrorizó a los herederos conservadores de Burke. El romanticismo, por lo menos en psicología, fue derrotado por la nueva Ilustración.

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