domingo, 30 de junio de 2013

Asociacionismo

El utilitarismo proporcionó una teoría de la motivación humana sencilla, potencialmente científica y aun así flexible. El asociacionismo, tal y como había sido desarrollado por Locke, Berkeley y Hume, proporcionó una teoría de los procesos cognitivos humanos de las mismas características que la anterior. Ambas teorías se combinaron, a comienzos del siglo XIX con la intención de proporcionar una explicación general y poderosa de la mente humana. El asociacionismo describió el cómo del pensamiento y la conducta -la mecánica de la percepción y del pensamiento- y el utilitarismo describió el porqué -los motivos y las metas que empujan al pensamiento y la conducta.

La discusión de Bentham, sobre los principios gobernantes del placer y el dolor, facilitó la combinación de ambas teorías, ya que estos principios parecían asemejarse a los que los asociacionistas admitieron que gobernaban la formación de asociaciones.

Bentham, por ejemplo, afirmó que el valor tolal de cualquier placer o dolor está determinado por la intensidad, duración, certeza y proximidad de la sensación correspondiente.

David Hartley (1705-1757) desarrolló el asociacionismo como doctrina psicológica en su libro Observations on Man (1749) (Observaciones sobre el hombre), en el que propuso una explicación completamente asociacionista de la mente y la conducta humana. Aunque las ideas de Hartley a menudo se parecen a las de Hume, aquél desarrolló las suyas a partir de los trabajos de John Gay (1699-1745). Hartley era médico, como tantos otros proto-psicólogos, y uno de sus objetivos fue establecer las bases fisiológicas de la asociación. No obstante, como ha ocurrido con otros Newton de la mente, la mayor influencia que Hartley recibió fue lógicamente la de Isaac Newton. No sólo se esforzó por ver la mente a través de unos ojos newtonianos, sino que también adoptó las propias especulaciones que éste había realizado sobre el funcionamiento de los nervios.

Hartley creyó que existía una correspondencia estrecha entre la mente y el cerebro, y propuso Linas leyes paralelas de la asociación para ambos. Sin embargo, no fue Historia de la Psicología un paralelista estricto como Leibniz, puesto que creyó que los acontecimientos mentales dependían causalmente de los neurales. Empezando en la esfera de lo mental, Hartley edificó la mente, tai y como hizo Hume, a partir de unidades atómicas de sensaciones simples. Nuestro contacto sensorial con una cualidad perceptible (que Hartley denominaba impresión) hace aparecer una sensación (similar a la impresión planteada por Hume) en la mente. Sí la mente copia la sensación, se forma una idea simple ele la sensación (comparable a las ideas simples de Hume), la cual puede combinarse asociativamente para formar ideas intelectuales complejas (comparables a las ideas complejas de Hume). Volviendo a los sustratos fisiológicos de la formación de asociaciones, Hartley adoptó la teoría de las vibraciones nerviosas ele Newton. La cual afirmaba que los nervios contenían partículas submicroscópicas cuyas vibraciones pasaban a través de los nervios, constituyendo la actividad neural. Una impresión empezaba a hacer vibrar la sustancia nerviosa sensorial, y esta vibración pasaba al cerebro inferior en donde producía una sensación a la mente. La ocurrencia repetida  crea una tendencia a copiar esta vibración en la corteza cerebral en la forma de una vibración menor, o vibraciúnculo. Correspondiente a una idea.

El asociacionismo de Hartley fue bastante popular. Joseph Priestley (1733--1804), un gran químico y co-descubridor del oxígeno, lo presentó al público y lo defendió ante sus críticos. Alcanzó también bastante influencia en círculos literarios y artísticos, afectando profundamente a la sensibilidad crítica de los artistas de final del siglo, especialmente a los románticos (Coleridge le puso el nombre de David Hartley a su hijo mayor). A largo plazo, el asociacionismo dio lugar al análisis de la conducta en función de hábitos asociados. El asociacionismo se unió al utilitarismo, ya que Hartley afirmó que el placer y el dolor acompañaban a las sensaciones y que, de esa forma, afectaban al pensamiento y la acción.

La fusión del principio de utilidad con el asociacionismo comenzó en serio con la obra de James Mili (1773-1836), un político convertido en filósofo. Su asociacionismo. Una teoría de la mente muy simple, a la que casi concebía como un juego de mecano, se convirtió en el objetivo más frecuente de los ataques de psicólogos posteriores que defendían posiciones más holistas, tales como las de Wundt james y los psicólogos ele la Gestalt. Desde el punto de vista de Mili, la mente es una pizarra en blanco, pasiva, receptiva a las sensaciones simples (las piezas del mecano), a partir de las cuales se conforman las ideas o sensaciones complejas, gracias a la formación de vínculos asociativos (el pegamento que une las piezas) entre las unidades atómicas.

Mili (1829-1964), junto a Condülac, prescindió de las facultades mentales que Hume, Thartley y otros asociacionistas previos habían conservado. Al combinarse con el hedonismo utilitarista, el resultado dio lugar a una imagen de la mente completamente mecánica en el cual una idea sigue a otra idea de una forma automática, sin margen alguno para el control voluntario. Mili mantenía que el ejercicio de la voluntad era una ilusión. El razonamiento no era más que el compuesto asociativo de ideas contenido en los silogismos. La atención no era otra cosa que la preocupación de la mente con cualquiera de las ideas que son particularmente placenteras o dolorosas.

La mente no dirige la atención; su atención se dirige mecánicamente por el principio de utilidad.

Mili, como Bentham y otros muchos que escribieron sobre la mente, expuso su psicología con propósitos de reforma. Mili, influido por Helvetius, al igual que Bentham, se interesó especialmente por la educación. Si la persona desde que nace es HACIA EL UMBRAL DE IA PSICOLOGÍA.

Completamente pasiva, el deber de la educación es el de moldear correctamente su mente. Mili puso en práctica sus ideas en la educación rigurosa que le dio a su hijo, enseñándole griego antiguo a los tres años y Latín a los ocho. Su hijo escribió una historia del derecho romano cuando sólo tenía diez años.

Sin embargo, el hijo, John Stuart Mili (1806-1873), no llegó a convertirse en el perfecto utilitarista que el padre esperaba. Aunque fue un partidario temprano del benthamismo, sufrió una crisis nerviosa durante la cual acabó encontrando estéril, excesivamente calculador y restringido a este punto de vista. Incluso llegó a considerar al programa de Bentham como «diabólico». Finalmente, atenuó los principios hedonistas de Bentham con las visiones románticas de la naturaleza y del sentimiento humano defendidas por Wordsworth. Mili aprobó las preferencias románticas por lo natural sobre lo manufacturado, y negó que el ser humano fuera una máquina. Vio a las personas como algo vivo, cuyo desarrollo y crecimiento autónomo debe educarse, una visión expresada en su totalidad en el libro On liberty (1859-1978) (Sobre la libertad), el documento fundacional del pensamiento político liberal contemporáneo.

La versión del asociacionismo defendida por J. S. Mili, fue conocida con el nombre de química mental. Los asociacionistas tempranos, incluyendo a su padre, habían reconocido que algunos lazos asociativos llegan a ser tan fuertes que las ideas conectadas parecen inseparables. 1. S. Mili fue más allá, y mantuvo que las ideas elementales pueden fundirse en una idea total que no es reducible a sus elementos. Los elementos generan la nueva idea, no la componen simplemente. Mili puso a los colores como un ejemplo de este proceso. Al hacer girar a una cierta velocidad un disco dividido en porciones, cada una de ellas pintada con un color primario, se experimentará una sensación de blancura, y no de colores dando vueltas. Los colores atómicos del disco generan un nuevo color, una tipo de experiencia diferente. Mili estuvo influido por el concepto romántico de coalescencia. la idea de que la imaginación activa podría sintetizar a los elementos atómicos en una creación que fuera más que la suma de las propias unidades componentes, corno cuando los colores elementales se mezclan para producir uno cualitativamente diferente. Wundt concedió mucha importancia al poder de la mente para sintetizar elementos mentales. Los psicólogos de la Gestalt llegaron a ser incluso mucho más bolistas.

Sin embargo, debemos recalcar que aunque Mili atemperó el benthamismo asociacionista de su padre con una concepción del romanticismo más amplia, todavía buscó mejorar, y no refutar, el utilitarismo y el empirismo. Siempre detestó el intuicionismo místico de Coleridge, Carlyle y otros románticos. Tampoco aceptó Mili el voluntarismo romántico. Aunque su química mental reconoció la posible coalescencia de las sensaciones e ideas, quedó como una descripción pasiva de la mente. No es la actividad autónoma de la mente la que ocasiona el cambio químico cualitativo, sino la forma en la que se asocian las sensaciones en la experiencia. Cuando se gira el disco, no se elige verlo de color blanco; son las condiciones del experimento las que producen esa experiencia perceptiva.

 John Stuart fue el último gran filósofo asociacionista. Su asociacionismo surgió en el contexto de discusiones metafísicas y lógicas —y no puramente psicológicas-. Mili creyó en la posibilidad que Hume había planteado de una ciencia de la naturaleza humana, de hecho, intentó contribuir a su metodología. Los asociacionistas posteriores llegaron a ser más distintivamente psicológicos; por consiguiente, pospondremos su discusión para una sección posterior

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