domingo, 30 de junio de 2013

El revolucionario Victoriano: Charles Darwin (1809-1882)

Aunque el propio abuelo de Darwin, Erasmus Darwin, había anticipado la teoría de su nieto en un poema científico al que tituló Zoonomia, la teoría de la evolución no podía seguir siendo por más tiempo una efusión poética. Ni podía quedarse en una quimera romántica, inspiradora aunque finalmente inverosímil. La mayor hazaña de Darwin consistió en transformar la evolución en una teoría científica, proporcionando un mecanismo que podía dar cuenta de ella; la selección natural. Lo que en ese momento se necesitaba era una campaña a favor de la realidad de la evolución para convencer a los científicos y al público. Darwin nunca la llevó a cabo. Era algo hipocondríaco -uno de sus biógrafos (Irvine, 1959) le llamó «el paciente perfecto»-, y se convirtió en un recluso tras volver de su viaje en el TT.M.S. Beagle, ausentándose en muy pocas ocasiones de su casa ele campo. Fueron otros, muy especialmente Thomas Henry Tuxley (1825-1895), el -bulldog ele Darwin». los que lucharon a favor de la supervivencia de la selección natural.

Darwin fue un joven naturalista que tuvo la buena fortuna de ser incluido en un viaje científico alrededor del mundo a bordo del Beagle, de 1831 a 1836. A Darwin le impresionaron profundamente las tremendas variaciones intra y entre especies que observó particularmente en Sudamérica. Se dio cuenta de la existencia de innumerables formas naturales distintas, cada una de las cuales se adaptaba especialmente a su hábitat particular. Era fácil imaginar que cada subespecie descendía de un antepasado común y que cada una de estas subespecies habían sido seleccionadas para adaptarse a alguna parte del ambiente.

En aquella época, algún tiempo después de su regreso a Inglaterra, Darwin comenzó a reunir datos sobre las especies, sobre sus variaciones y origen. En su Autobiografía (1888-1958) relató -que reunió hechos -a una escala masiva» sobre la base de -principios verdaderamente baconianos». Parte de su investigación se centró en la selección artificial, es decir, en cómo mejoran sus productos los criadores de plantas y animales. Darwin hablo con colombófilos y horticultores, y también estudió sus folletos. En uno de los que leyó, titulado «The Art of Improinng the Breeds of Domestic Animáis» escrito por John Sebright en 1809, se indicaba que también la naturaleza, al igual que hacían los criadores, seleccionaba algunos rasgos y rechazaba otros: «un invierno severo, o la escasez de comida, destruyendo al débil y al enfermo, tiene todos los efectos benéficos de la selección más experta^ (Ruse, 1975: p. 347).

Así, Darwin ya tenía una teoría rudimentaria de la selección natural alrededor de 1830: la naturaleza produce innumerables variaciones entre los seres vivos, algunas de las cuales se seleccionan para su perpetuación. Con el tiempo, las poblaciones aisladas llegan a adaptarse a sus ambientes. No estaba nada claro lo que hacía que el sistema de selección se mantuviera. ¿Por qué las especies iban mejorando? La respuesta era clara en el caso de la selección artificial. E¡ criador seleccionaba buscando producir una clase conveniente de planta o animal. Pero ¿qué fuerza de la naturaleza se asemejaba al ideal del criador? Darwin no podía aceptar el impulso innato a la perfección que había sido planteada por Lamarck. La causa de la selección debe residir fuera del organismo, pero ¿dónde? Darwin encontró la respuesta en 1838, mientras leía el libro Essay on the Principie of Population as It Affects the Future hnprovement of Society (1798) (Ensayo sobre el principio de la población), que había sido escrito por Thomas Malthus (1766-1834).

Este autor, trataba un problema que había inquietado a la Ilustración tardía: ¿por qué seguían existiendo la pobreza, el crimen y la guerra si la ciencia y la tecnología habían progresado? Malthus propuso que aunque había mejorado la productividad humana, el crecimiento de la población siempre superaba al del suministro de alimentos, de modo que la vida necesariamente es una lucha de demasiadas personas por demasiados pocos recursos. Darwin afirmaba en su autobiografía que por fin había encontrado una teoría con la que podía trabajar*. La lucha por la supervivencia era lo que causaba la selección natural. Las criaturas luchaban por los recursos escasos, y aquellos que estaban "débiles o enfermos» no podían mantenerse y morían sin dejar descendencia. Los sanos y fuertes sobrevivían y procreaban. De esta forma, se preservaban las variaciones favorables y se eliminaban las desfavorables. La lucha por la supervivencia era el motor de la evolución, en ella sólo los competidores más exitosos tenían herederos.

Darwin no hubiera necesitado ir a la obra de Malthus para encontrar el concepto de la lucha del individuo por la supervivencia. Como ha indicado William Irvine (1959), la naturaleza es con poca originalidad casi medio-victoria na en sus aspectos evolutivos. La teoría de Darwin "llenó de alegría a los optimistas ele mitad de siglo», que habían aprendido que 4a naturaleza avanzaba sobre los sólidos principios de dejar-hacer en los negocios-. La selección natural podía haber ofendido al beato, pero no al negociante Victoriano de la revolución industrial, que conocía que la vida era una lucha constante que recompensaba al fracaso con la pobreza y la desgracia. En la mejora de las especies a partir de la lucha de los individuos estaba, otra vez, la «mano invisible» de Adam Smith. También estaba en consonancia con la visión conservadora de las sociedades defendida por Edmund Burke, que las consideraba como una colección de prácticas y valores exitosos.

Darwin había formulado los aspectos esenciales de su teoría en 1842, momento en el cual los había escrito sin intención ninguna de publicarlos todavía. Podríamos resumir su teoría en forma de argumento lógico (Vorzimmer, 1970). Primero,  mantiene, siguiendo a Malthus, que existe una lucha constante por la existencia debido a la tendencia que tienen los animales a desarrollarse más de lo que lo hacen sus fuentes de alimento. Segundo, la naturaleza produce constantemente formas divergentes intra y entre especies. Algunas de estas variantes se adaptan mejor que otras a la lucha por la supervivencia. Por consiguiente, los organismos que poseen rasgos desfavorables no se reproducirán, lo cual hará desaparecer estos rasgos. Finalmente, las especies se diferenciarán a partir de un linaje común, a medida que unos pequeños cambios adaptativos van seguidos por otros a lo largo de eones y a la par que cada forma se adapta a su ambiente peculiar. Además, los ambientes cambiarán, seleccionando nuevos rasgos para su perpetuación, y las especies divergirán eternamente de sus progenitores, a medida que un ambiente sucede a otro. Así, podía explicarse la diversidad observada en la naturaleza como resultado de !a actuación de unos pocos principios mecánicos a lo largo de millones de años, al ir unas especies evolucionando a partir de otras.

Así planteada, la teoría era deficiente. El origen de las variaciones y la naturaleza de su transmisión no podían explicarse sin nuestros conocimientos genéticos actuales. Darwin nunca fue capaz de superar estas dificultades y, al defender sus teorías de las críticas, se vio empujado a posiciones cada vez más cercanas al lamarekismo. Es una ironía de la historia que, al mismo tiempo que Darwin escribía y defendía su Origin of Species, un desconocido monje polaco, Gregor Mendel (1822-1884), estaba realizando el trabajo sobre la herencia que ofreció finalmente la respuesta a las dificultades de Darwin. Este trabajo, publicado e ignorado en 1865, se re descubrió en 1900, convirtiéndose en el fundamento de la genética moderna. Al morir, Darwin se había ganado el privilegio de ser entrenado en la Abadía de Westminster, y su pensamiento había revolucionado la visión del mundo occidental, pero la evolución no afectó seriamente a la biología hasta la síntesis de la genética y la selección natural en la moderna teoría neodarvinista durante los años 30.

Darwin escribió sus ideas en 1842, pero no queda claro por qué no buscó su publicación en ese momento. Algunos historiadores sugieren que Darwin, quien una vez consideró el convertirse en predicador, se volvió neurótico por la idea ele la evolución. Otros sugieren que quería acumular un mayor número de hechos que apoyaran sus ideas ante un mundo probablemente incrédulo. En cualquier caso, continuó investigando la naturaleza, por ejemplo pasó ocho años de su vida estudiando los percebes. En ese momento, el 18 de junio de 1858, Darwin se horrorizó al conocer que otra persona había descubierto su teoría. Recibió una carta de Alfred Russel Wallace (1823-1913)- un colega, también naturalista pero más joven y audaz. Wallace también había estado en Sudamérica y había quedado impresionado por las variaciones en la vicia natural que había descubierto allí. Estando atrapado en su tienda de campaña mientras llovía en el sureste de Asia, había leído a Malthus y había llegado a las mismas conclusiones que Darwin. Aunque no conocía a Darwin, le envió una carta acompañada de un trabajo en el que esbozaba su teoría, consultándole acerca de su posible publicación.

Los acontecimientos obligaron a Darwin a actuar. Quería ser conocido como el descubridor ele la selección natural, pero también hubiera sido indecoroso negar el mérito de Wallace. Así que, Darwin y algunos de sus amigos dispusieron que se leyera el trabajo de Wallace y otro redactado por aquél, en ausencia de ambos, en la sesión que la Línnean Society of London celebraría el 1 de julio de 1858, estableciendo de este modo a Darwin y Wallace como co-descubridores de la selección natural.

 Danvin redactó a toda prisa una versión reducida del trabajo sobre la evolución que proyectaba, el cual apareció en 1859 con el título de The Origin of Species by Means of Natural Selection or the Presewation of Favored races in the Sruggle for Life (El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida). En este libro, presentó su teoría con el respaldo de un cúmulo de detalles que la apoyaban. No fue revisada hasta la aparición de su sexta edición en 1872, en la que Darwin intentó responder a los científicos que lo criticaban, resultando su respuesta infructuosa, al desconocer la genética. Darwin escribió otros muchos trabajos, entre los que se incluyen uno sobre el origen del hombre y otro sobre la expresión de las emociones en los humanos y los animales. Tomaremos en consideración estos dos últimos trabajos en el Capítulo 9, ya que forman parte de la fundación de la psicología ele la adaptación


 

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