Historia 1
domingo, 30 de junio de 2013
El cerebro
En
el tratamiento de la historia de la psicología realizado hasta el momento,
hemos encontrado que era una parte de la filosofía. Incluso los esporádicos
psicólogosmédicos que hemos visto fundaron generalmente sus psicologías sobre
principios filosóficos y no fisiológicos. Hartley es un buen ejemplo. Erigió su
psicología sobre los principios de la filosofía asociacionista y sólo la
respaldó con la explicación especulativa que dio Newton sobre la función
nerviosa. La separación entre las partes filosóficas y fisiológicas de la
psicología de Hartley fue tan completa que Priestlcy de sus seguidores, realizó
una edición del libro Observations on Man de Hartley en la que se omitió toda
la fisiología. Hartley quiso crear una psicología que combinara filosofía y
fisiología, pero la filosofía siempre ocupó el primer lugar.
Franz
Joseph Gall (1758-1828) invirtió esta relación. Podría considerarse a este autor
realmente como el fundador de la neuropsicología, ya que fue el primero que consideró
seriamente la idea de que el cerebro es el asiento del alma. Esta idea no era
precisamente nueva: Platón lo creía; los científicos griegos de Alejandría lo
habían demostrado; la psicología medieval de las facultades situó a cada una de
ellas en una parte diferente del cerebro. Sin embargo, más allá de alentar el
materialismo, el concepto tuvo poco efecto en el pensamiento psicológico. Las localizaciones
asignadas a cada facultad estuvieron basadas en un análisis previo de la mente,
no del cerebro, y la psicología filosófica no hizo nada para cambiarlo. No
obstante, Gall afirmó que el cerebro era el órgano específico de la actividad
mental, de la misma manera que el estómago era el de la digestión y los
pulmones los de la respiración.
Por
lo tanto, el estudio de la naturaleza humana debiera comenzar por el de
aquellas funciones que dan lugar al pensamiento y la acción, antes que con
investigaciones introspectivas y abstractas sobre la mente. El empirismo
francés y el asociacionismo, especialmente el sensualismo defendido por
Condillac, fueron los antecedentes filosóficos contra los que Gall reaccionó.
Este
autor ofreció -algunos reproches a este tipo de aproximaciones filosóficas a la
psicología (Young, 1970). Para empezar, los empiristas afirmaban que la
experiencia era la base adecuada para la ciencia, aun así su propia psicología,
la ciencia de la naturaleza humana planteada por Hume, era completamente
especulativa, careciendo de referencias a la conducta objetiva o al cerebro que
la controla. Además, las categorías de análisis que utilizaban los filósofos
eran «meras abstracciones». Ninguna de las facultades propuestas por ios
filósofos - tales como la memoria, atención e imaginación- eran lo bastante
específicas como para explicar la conducta humana real y las diferencias
individuales concretas. Gall escribió en su libro On the functions ofthe Brain-.
¿Cómo explicamos, por la sensación en general, por la atención (etcétera)... el
origen y funcionamiento del principio de propagación, el amor a los hijos, o el
instinto de apego? Cómo explicar por esas generalidades, el talento para la
música, la mecánica, el sentido para las relaciones espaciales, la pintura, la
poesía, etcétera^. Las facultades de los filósofos existen pero -no son
aplicables al estudio detallado de una especie, o de un individuo. Todos los
hombres, excepto el idiota, disfrutan de todas estas facultades. Sin embargo,
no todos los hombres tienen el mismo carácter moral o intelectual. Necesitamos
facultades, y la forma en la que su distribución varía determinará las
diferencias entre las especies, y sus diferentes proporciones explicarán las diferencias
entre los individuos (cit. en Young, 1970, p. 18). En resumen, los conceptos de
los filósofos carecen de utilidad para las investigaciones empíricas
específicas que la ciencia requiere.
Las
ideas de Gall le pusieron en conflicto con los filósofos empiristas de una forma
definitiva. Condillac había intentado derivar cada facultad de la mente a
partir de la sensación y la asociación. No obstante, Gall concluyó, creyendo
que el cerebro era el órgano de la mente, que eran innatas cada una de las
facultades que había propuesto, que tenían su base en una región particular del
cerebro. La aproximación adoptada por Gall también implica una forma de psicología
comparativa.
Dado
que los cerebros de las especies son diferentes a lo largo de
De
este modo, el problema de Gall fue comparar funciones conductuales específicas
con regiones particulares de! cerebro. ALinqlie efectuó estudios anatómicos detallados
del cerebro y del sistema nervioso, encontró qLie las técnicas cié su tiempo
eran demasiado rudimentarias para ser capaces de dar respuestas a las preguntas
que se planteaba y tuvo escrúpulos respecto a experimentar con animales vivos, pero
«martirizados-. Por lo tanto, el método de Gall fue diferente. Asumió que las facultades
bien desarrolladas se correspondían con partes deí cerebro bien desarrolladas.
Esos -órganos-' cerebrales que se correspondían con las facultades bien
desarrolladas serían de mayor tamaño que otros órganos que se correspondían con
facilidades menos desarrolladas, y que su tamaño relativo se detectaría en el
cráneo como protuberancias que recubrían el órgano desarrollado. Luego, el
método de Gall consistía en mostrar empíricamente, que las personas que poseían
ciertos rasgos destacados deberían tener cráneos con protuberancias sobre los
órganos correspondientes del cerebro, y que los rasgos débiles se relacionaban
con órganos cerebrales y regiones craneales sin desarrollar. Aunque la
hipótesis de Gall era nueva, la idea de que los rasgos de personalidad se
revelan en la cara y en el físico es tan vieja como el mundo antiguo.
Por
lo tanto, Gall podía observar las conductas extraordinarias de un individuo y correlacionarlas
con sus prominencias craneales. Basándose en ese tipo de observaciones formó
una lista larga de facultades -por ejemplo, destructividad, amistad y lenguaje-
y localizó cada una de ellas en una región particular del cerebro. Así, la
destructividad se situaba justo encima de la oreja. Los seguidores posteriores
de Gall aumentaron esta lista para incluir facultades como ia veneración, cuya
presencia se creía que demostraba la existencia de Dios, el objeto de esta
veneración.
Hemos
mencionado algunas de las características conceptuales de la aproximación de
Gall; era nativista: comparaba a los humanos con otros animales; era
materialista, si bien el propio Gall pareció oponerse a esta tendencia. La
psicología de este autor fue también conductista antes que introspeccioncita.
Su sistema se basaba en la observación de las conductas y las protuberancias
del cerebro, en vez de en la introspección de su propia mente. Por tanto, fue
la primera psicología objetiva, no subjetiva. De forma más general, Gall
planteó una psicología funcional preocupada por cómo la mente y el cerebro,
órgano de aquella, hacen que un animal o persona se adapten realmente a las
demandas cotidianas. La psicología filosófica estuvo más interesada por los
graneles problemas de la epistemología. Por último, la psicología de Gall fue
una psicología de las diferencias individuales. Este autor rechazó
explícitamente el estudio de la mente adulta general en favor de un estudio
acerca de en qué se diferencian las personas.
Las
concepciones de Gall señalaron dos direcciones, una científica y otra
ocultista. Científicamente, inspiró a los fisiólogos con mentalidad más
experimental a investigar la localización de las funciones conductuales en
zonas particulares del cerebro.
El
sistema de Gall sufrió gravemente en manos de estos autores. Se descubrió que eran
incorrectas las Iocalizaciones cerebrales que había planteado. Peor que eso, se
encontró que carecían de fundamento las suposiciones que relacionan el tamaño cerebral
con la fuerza de una facultad y la forma del cráneo con la del cerebro. Se rechazó
violentamente al sistema completo por considerarlo una pseudociencia, sólo atractiva,
al igual que la astrología. para una sociedad profana y crédula.
La otra
dirección que tomaron las ideas de Gall -la dirección ocultista- fue la de atraer
a la sociedad profana. Johann Caspar Spurzheim (1776-1832), su colega más
cercano y el que acuñó el término frenología (que Gall rehusó aceptar),
popularizó el concepto convirtiéndolo en una filosofía optimista de la vida de
carácter general. La frenología se convirtió en la nueva psicología popular en
manos de Spurzheim que se propuso reformar la educación, la religión y la
criminología. Sus actividades misioneras le llevaron a Estados Unidos, una
tierra más fértil para la frenología. Murió poco tiempo después de su llegada,
pero George Combe, un frenólogo inglés, continuó su trabajo.
La revuelta contra el materialismo: Espiritualismo e investigación psíquica
La
doctrina del materialismo y la religión del positivismo pudieron haber
inspirado a los entusiastas del cientificismo, pero muchas personas se
sintieron inquietas con ellas e incluso les repugnaron. La crisis del
naturalismo empeoró después de que Huxley proclamara que los humanos sólo eran
simios bien desarrollados. Para muchas personas, la religión tradicional
parecía estar moribunda; la fe ciega en un alma inmortal había sido aniquilada.
De esta manera, muchas personas serias, incluyendo a científicos bien
conocidos, .se volvieron a la propia ciencia, especialmente después de 1859,
buscando la certeza de que había algo más para la vida humana que la mera
maquinaria corporal. Frederic Myers (1843-1901), líder de la investigación
psíquica durante el siglo XIX escribía: «el descubrimiento de eme existe una
vida en el hombre que es independiente de la sangre y el cerebro sería un hecho
cardinal y dominante en todas las ciencias y en toda la filosofía». Ya desde
niño, a Myers le horrorizaba la idea de no poder vivir eternamente. Este miedo
se intensificó cuando perdió su fe religiosa durante su educación, como le
ocurrió a muchos Victorianos. Tras un encuentro con el filósofo TIenry
Sidgwick, éste le animó a buscar científicamente pruebas de la existencia de la
inmortalidad. También Sidgwick había perdido su fe, pero creía firmemente que
la ética necesitaba de la inmortalidad personal para la rectificación de la
maldad existente en la tierra. Myers aceptó el desafío de Sidgwick y reunió una
cantidad enorme de datos pertinentes. Ambos fundaron la Society for Psychical
Research: la revista de dicha sociedad publicó en 1882 los datos obtenidos por
Myers.
También
fueron publicados en dos volúmenes póstumos que aparecieron en 1903- F,l libro
de Myers Human Personality and Its Survival ofBodilv Death (1903), aunque sólo
fuera como un mero catálogo de fenómenos psicológicos inusuales, se ganó el
respeto del mismo William James, quien fue presidente de la Society for Psychical Research.
Aunque por el título del libro lo que se podría esperar es una colección de historias
de fantasmas, Myers realizó una revisión de todo el campo de la psicología anormal,
desde el sueño y la histeria hasta los mensajes de los espíritus difuntos. Su aproximación
a estos problemas fue siempre psicológica.
El revolucionario Victoriano: Charles Darwin (1809-1882)
Aunque el propio abuelo de Darwin, Erasmus Darwin, había anticipado la
teoría de su nieto en un poema científico al que tituló Zoonomia, la teoría de
la evolución no podía seguir siendo por más tiempo una efusión poética. Ni
podía quedarse en una quimera romántica, inspiradora aunque finalmente
inverosímil. La mayor hazaña de Darwin consistió en transformar la evolución en
una teoría científica, proporcionando un mecanismo que podía dar cuenta de
ella; la selección natural. Lo que en ese momento se necesitaba era una campaña
a favor de la realidad de la evolución para convencer a los científicos y al
público. Darwin nunca la llevó a cabo. Era algo hipocondríaco -uno de sus
biógrafos (Irvine, 1959) le llamó «el paciente perfecto»-, y se convirtió en un
recluso tras volver de su viaje en el TT.M.S. Beagle, ausentándose en muy pocas
ocasiones de su casa ele campo. Fueron otros, muy especialmente Thomas Henry Tuxley
(1825-1895), el -bulldog ele Darwin». los que lucharon a favor de la
supervivencia de la selección natural.
Darwin fue un joven naturalista que tuvo la buena fortuna de ser incluido
en un viaje científico alrededor del mundo a bordo del Beagle, de 1831 a 1836. A Darwin le impresionaron
profundamente las tremendas variaciones intra y entre especies que observó particularmente
en Sudamérica. Se dio cuenta de la existencia de innumerables formas naturales
distintas, cada una de las cuales se adaptaba especialmente a su hábitat
particular. Era fácil imaginar que cada subespecie descendía de un antepasado común
y que cada una de estas subespecies habían sido seleccionadas para adaptarse a
alguna parte del ambiente.
En aquella época, algún tiempo después de su regreso a Inglaterra, Darwin
comenzó a reunir datos sobre las especies, sobre sus variaciones y origen. En
su Autobiografía (1888-1958) relató -que reunió hechos -a una escala masiva»
sobre la base de -principios verdaderamente baconianos». Parte de su
investigación se centró en la selección artificial, es decir, en cómo mejoran
sus productos los criadores de plantas y animales. Darwin hablo con
colombófilos y horticultores, y también estudió sus folletos. En uno de los que
leyó, titulado «The Art of Improinng the Breeds of Domestic Animáis» escrito
por John Sebright en 1809, se indicaba que también la naturaleza, al igual que
hacían los criadores, seleccionaba algunos rasgos y rechazaba otros: «un
invierno severo, o la escasez de comida, destruyendo al débil y al enfermo, tiene
todos los efectos benéficos de la selección más experta^ (Ruse, 1975: p. 347).
Así, Darwin ya tenía una teoría rudimentaria de la selección natural
alrededor de 1830: la naturaleza produce innumerables variaciones entre los
seres vivos, algunas de las cuales se seleccionan para su perpetuación. Con el
tiempo, las poblaciones aisladas llegan a adaptarse a sus ambientes. No estaba
nada claro lo que hacía que el sistema de selección se mantuviera. ¿Por qué las
especies iban mejorando? La respuesta era clara en el caso de la selección
artificial. E¡ criador seleccionaba buscando producir una clase conveniente de
planta o animal. Pero ¿qué fuerza de la naturaleza se asemejaba al ideal del
criador? Darwin no podía aceptar el impulso innato a la perfección que había
sido planteada por Lamarck. La causa de la selección debe residir fuera del
organismo, pero ¿dónde? Darwin encontró la respuesta en 1838, mientras leía el
libro Essay on the Principie of Population as It Affects the Future hnprovement
of Society (1798) (Ensayo sobre el principio de la población), que había sido
escrito por Thomas Malthus (1766-1834).
Este autor, trataba un problema que había inquietado a la Ilustración tardía:
¿por qué seguían existiendo la pobreza, el crimen y la guerra si la ciencia y
la tecnología habían progresado? Malthus propuso que aunque había mejorado la
productividad humana, el crecimiento de la población siempre superaba al del
suministro de alimentos, de modo que la vida necesariamente es una lucha de
demasiadas personas por demasiados pocos recursos. Darwin afirmaba en su
autobiografía que por fin había encontrado una teoría con la que podía
trabajar*. La lucha por la supervivencia era lo que causaba la selección
natural. Las criaturas luchaban por los recursos escasos, y aquellos que
estaban "débiles o enfermos» no podían mantenerse y morían sin dejar descendencia.
Los sanos y fuertes sobrevivían y procreaban. De esta forma, se preservaban las
variaciones favorables y se eliminaban las desfavorables. La lucha por la supervivencia
era el motor de la evolución, en ella sólo los competidores más exitosos tenían
herederos.
Darwin no hubiera necesitado ir a la obra de Malthus para encontrar el
concepto de la lucha del individuo por la supervivencia. Como ha indicado
William Irvine (1959), la naturaleza es con poca originalidad casi
medio-victoria na en sus aspectos evolutivos. La teoría de Darwin "llenó
de alegría a los optimistas ele mitad de siglo», que habían aprendido que 4a
naturaleza avanzaba sobre los sólidos principios de dejar-hacer en los
negocios-. La selección natural podía haber ofendido al beato, pero no al
negociante Victoriano de la revolución industrial, que conocía que la vida era una
lucha constante que recompensaba al fracaso con la pobreza y la desgracia. En
la mejora de las especies a partir de la lucha de los individuos estaba, otra
vez, la «mano invisible» de Adam Smith. También estaba en consonancia con la
visión conservadora de las sociedades defendida por Edmund Burke, que las
consideraba como una colección de prácticas y valores exitosos.
Darwin había formulado los aspectos esenciales de su teoría en 1842,
momento en el cual los había escrito sin intención ninguna de publicarlos
todavía. Podríamos resumir su teoría en forma de argumento lógico (Vorzimmer,
1970). Primero, mantiene, siguiendo a
Malthus, que existe una lucha constante por la existencia debido a la tendencia
que tienen los animales a desarrollarse más de lo que lo hacen sus fuentes de
alimento. Segundo, la naturaleza produce constantemente formas divergentes
intra y entre especies. Algunas de estas variantes se adaptan mejor que otras a
la lucha por la supervivencia. Por consiguiente, los organismos que poseen
rasgos desfavorables no se reproducirán, lo cual hará desaparecer estos rasgos.
Finalmente, las especies se diferenciarán a partir de un linaje común, a medida
que unos pequeños cambios adaptativos van seguidos por otros a lo largo de
eones y a la par que cada forma se adapta a su ambiente peculiar. Además, los
ambientes cambiarán, seleccionando nuevos rasgos para su perpetuación, y las
especies divergirán eternamente de sus progenitores, a medida que un ambiente
sucede a otro. Así, podía explicarse la diversidad observada en la naturaleza
como resultado de !a actuación de unos pocos principios mecánicos a lo largo de
millones de años, al ir unas especies evolucionando a partir de otras.
Así planteada, la teoría era deficiente. El origen de las variaciones y
la naturaleza de su transmisión no podían explicarse sin nuestros conocimientos
genéticos actuales. Darwin nunca fue capaz de superar estas dificultades y, al
defender sus teorías de las críticas, se vio empujado a posiciones cada vez más
cercanas al lamarekismo. Es una ironía de la historia que, al mismo tiempo que
Darwin escribía y defendía su Origin of Species, un desconocido monje polaco,
Gregor Mendel (1822-1884), estaba realizando el trabajo sobre la herencia que
ofreció finalmente la respuesta a las dificultades de Darwin. Este trabajo,
publicado e ignorado en 1865, se re descubrió en 1900, convirtiéndose en el
fundamento de la genética moderna. Al morir, Darwin se había ganado el
privilegio de ser entrenado en la
Abadía de Westminster, y su pensamiento había revolucionado
la visión del mundo occidental, pero la evolución no afectó seriamente a la
biología hasta la síntesis de la genética y la selección natural en la moderna
teoría neodarvinista durante los años 30.
Darwin escribió sus ideas en 1842, pero no queda claro por qué no buscó
su publicación en ese momento. Algunos historiadores sugieren que Darwin, quien
una vez consideró el convertirse en predicador, se volvió neurótico por la idea
ele la evolución. Otros sugieren que quería acumular un mayor número de hechos
que apoyaran sus ideas ante un mundo probablemente incrédulo. En cualquier
caso, continuó investigando la naturaleza, por ejemplo pasó ocho años de su
vida estudiando los percebes. En ese momento, el 18 de junio de 1858, Darwin se
horrorizó al conocer que otra persona había descubierto su teoría. Recibió una
carta de Alfred Russel Wallace (1823-1913)- un colega, también naturalista pero
más joven y audaz. Wallace también había estado en Sudamérica y había quedado
impresionado por las variaciones en la vicia natural que había descubierto
allí. Estando atrapado en su tienda de campaña mientras llovía en el sureste de
Asia, había leído a Malthus y había llegado a las mismas conclusiones que
Darwin. Aunque no conocía a Darwin, le envió una carta acompañada de un trabajo
en el que esbozaba su teoría, consultándole acerca de su posible publicación.
Los acontecimientos obligaron a Darwin a actuar. Quería ser conocido como
el descubridor ele la selección natural, pero también hubiera sido indecoroso
negar el mérito de Wallace. Así que, Darwin y algunos de sus amigos dispusieron
que se leyera el trabajo de Wallace y otro redactado por aquél, en ausencia de
ambos, en la sesión que la
Línnean Society of London celebraría el 1 de julio de 1858,
estableciendo de este modo a Darwin y Wallace como co-descubridores de la
selección natural.
Danvin redactó a toda prisa una versión
reducida del trabajo sobre la evolución que proyectaba, el cual apareció en
1859 con el título de The Origin of Species by Means of Natural Selection or
the Presewation of Favored races in the Sruggle for Life (El origen de las
especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas
en la lucha por la vida). En este libro, presentó su teoría con el respaldo de
un cúmulo de detalles que la apoyaban. No fue revisada hasta la aparición de su
sexta edición en 1872, en la que Darwin intentó responder a los científicos que
lo criticaban, resultando su respuesta infructuosa, al desconocer la genética.
Darwin escribió otros muchos trabajos, entre los que se incluyen uno sobre el
origen del hombre y otro sobre la expresión de las emociones en los humanos y
los animales. Tomaremos en consideración estos dos últimos trabajos en el
Capítulo 9, ya que forman parte de la fundación de la psicología ele la
adaptación
Positivismo
Como vimos en el capítulo previo, los filósofos de la Ilustración veneraron
la ciencia Newtoniana y comenzaron a aplicar dicho espíritu al estudio de la
naturaleza y los asuntos humanos. Estas tendencias se intensificaron en el
siglo xix, encontrando una expresión clara y enérgica en la filosofía positiva
de Auguste Comte (1798-1857).
Comte, al igual que los filósofos de los que era heredero, no fue un
filósofo, científico o académico normal, sino un escritor y conferenciante
público cuyo objetivo era el cambio social y político antes que el conocimiento
abstracto. Comte se dirigía a las clases trabajadoras y a las mujeres excluidas
por los políticos de la aristocracia francesa restaurada, a diferencia de los
filósofos, que hablaban entre ellos en sus relucientes salones aristocráticos y
que cultivaban la amistad de los déspotas -ilustrados".
Comte describió la historia humana pasando por tres etapas, que
culminaban, como en la mayoría de las ideologías revolucionarias, en una etapa
final de gobierno perfecto. Estas etapas fueron definidas a partir de la forma
característica en la que las personas explicaban los acontecimientos del mundo
que les rodeaba. El primero de estos estadios era la etapa teológica. En esta
etapa, la gente explicaba los fenómenos postulando entidades sobrenaturales
invisibles —dioses, ángeles, demonios, almas- tras ellas. En psicología, este
tipo de pensamiento está representado por el dualismo religioso tradicional o
el alma racional de Platón, ya que se ve al alma como un ser inmortal y no
material que guía la conducta del cuerpo. De un modo parecido, los egipcios
concibieron el sol como un dios, Ra, y le adoraron para asegurarse que
apareciera todas las mañanas.
El segundo estadio era la etapa metafísica. Todavía se explicaban las
cosas a través de fuerzas y entidades invisibles, pero sin estar por más tiempo
antropomorfizadas como dioses o elevadas a lo sobrenatural. En psicología, el
concepto de forma planteado por Aristóteles pertenece a la etapa metafísica
definida por Comte. El alma de un ser vivo no se concibe como sobrenatural o
inmortal, sino como una esencia invisible que lo define y gobierna. El pensamiento
aristotélico fue, verdaderamente, uno de los objetivos preferidos de los
positivistas. Con sus esencias y entelequias, y la visión de propósitos ocultos
en todas las cosas, incurrió en el peor de los crímenes para los positivistas:
el de la metafísica a gran escala.
El tercer estadio era la etapa científica. En esta última fase, las
explicaciones abandonaban cualquier referencia a entidades invisibles o fuerzas
de algún tipo. La ciencia positivista, siguiendo a Newton, no se inventaba
hipótesis sobre ninguna estructura causal oculta de la naturaleza, sino que proporcionaba
principios matemáticos precisos que le permitieran ganar poder sobre ella. Esta
etapa representa el triunfo de la filosofía del positivismo.
Cada etapa se rige también por una forma característica de gobierno, que
depende del modo, de explicación predominante. Durante la etapa teológica, los
sacerdotes tienen el gobierno, como ocurrió en Egipto, aquéllos que poseen
conocimiento de los dioses y que pueden comunicarse con ellos, propiciarlos y,
hasta un cierto grado, controlarlos. La etapa metafísica se regía por
aristócratas refinados tales como los Guardianes de Platón o por una élite de
filósofos que estaban en contacto con los asuntos sugeridores del arte y la
filosofía. En la etapa científica, finalmente gobernarán los científicos. En
particular, aparecerá una nueva ciencia -la sociología-. Los sociólogos,
armados con una ciencia newtoniana de la sociedad, tendrán el mismo poder
preciso y exacto sobre ella que el que habían tenido los científicos naturales
sobre la naturaleza. Comte pensaba que con el triunfo de la ciencia desaparecerían
la superstición y la religión y serían reemplazadas por una Religión de la Humanidad naturalista y
racional, que rendiría culto al único poder creativo real del universo, el Homo
sapiens.
Comte desdeñó a la psicología tal y como se la definía entonces.
Precisamente su nombre, psyque-logos, proclamaba su dependencia de un
constructo invisible, el alma, que cuando menos era metafísico, e incluso peor,
religioso. Una ciencia positiva genuina de los individuos -una que descartara
cualquier referencia a lo invisible tendría que ser neurofisiológica. Comte
describió una jerarquía de ciencias, desde la más básica {y la que primero .se
desarrolló) a la más global (la última en desarrollarse), que acabó
convirtiéndose en la tesis de la
Unidad de la Ciencia defendida por los positivistas lógicos.
En esta jerarquía estaban las matemáticas, la astronomía, la física, la
química, la fisiología, la biología y la sociología. En algunas ocasiones se
incluía a la Frenología
-la primera perspectiva completamente material sobre el problema mente-cerebro entre
la biología y la sociología. Para Comte, al igual que para J. S. Mili, todas
las ciencias utilizaban el mismo conjunto de métodos y aspiraban al ideal Newtoniano
simple. De esta forma, los puntos de vista de Vico y Herder. Quienes consideraban
a las ciencias sociales como diferentes fundamentalmente de las ciencias
naturales, ejercieron poca influencia en el mundo anglófono y en el francófono.
Algunas de las características del esquema global de Comte parecen un
poco estrambóticas. Diseñó una nueva bandera para la Francia científica que se
avecinaba, así comí) unos uniformes especiales para los sociólogos gobernantes.
Propuso un nuevo calendario racional de 13 meses de 28 días (más un conjunto de
días de fiesta para aprovechar los días restantes). El nuevo calendario abolía
las Navidades, Semana Santa y las onomásticas, reemplazándolas por los días de
Newton, Galileo, y otras cosas por el estilo. Su Religión de la Humanidad nunca alzó el
vuelo; incluso fracasó en atraer a otros racionalistas como Mili.
Posteriormente, algunos pensadores menos extravagantes redujeron el positivismo
a una filosofía de la ciencia. Ernsi Mach (1836- 1916) fue el más importante de
estos sobrios positivistas.
Mach fue un gran físico alemán que elaboró el positivismo hasta
convertirlo en una filosofía fundacional para la ciencia, Admiraba a Berkeley
y, al igual que éste, vio a la conciencia humana como una colección de
sensaciones; y consideró que el objetivo de la ciencia no era más que el
ordenamiento económico de dichas sensaciones. Mach. Se atuvo a su filosofía
antirrealista austera durante el gran debate sobre la legitimidad científica y
la realidad ele los átomos, preguntándole a sus defensores « ¿Ha visto alguna
vez alguno?». Para Mach, el conocimiento, incluyendo la teoría científica,
servía sólo a funciones pragmáticas, permitiéndonos predecir adaptativamente y
controlar la naturaleza. La teoría nunca debería cometer el crimen de la
metafísica de aspirar a la
Verdad. Mach también introdujo un método histórico crítico
para el estudio de la ciencia. Creyó que muchos conceptos científicos habían incorporado
adiciones metafísicas en el curso de su desarrollo, y que la mejor forma de
quitar estos aditamentos y reducir los conceptos a su base sensorial era la de estudiar
su desarrollo histórico. Mach, haciéndose eco de Comte, observó que la ciencia
había crecido en la atmósfera teológica del siglo diecisiete y que, por
consiguiente, conceptos como el de fuerza había adquirido atributos
"divinos» como algo distinto que transcendía la mera experiencia.
A pesar de que el positivismo fue controvertido, tuvo una influencia
sustancial sobre la psicología. Aunque Wundt fue muy crítico con el positivismo
y postuló la existencia de procesos mentales no percibidos para explicar la
experiencia consciente, muchos de sus estudiantes, incluidos Titchener y Külpc,
simpatizaron con él. Por otra parte, el concepto de inconsciente planteado por
Freud, con su fastuoso aunque invisible aparato mental, cometió el crimen de la
metafísica a gran escala.
Sin embargo, el positivismo ejerció una influencia más dominante en
Norteamérica. William James fue un gran admirador de Mach, cuyo concepto del
conocimiento como adaptación práctica es totalmente consistente con el
pragmatismo de inspiración darvinista defendido por james. Mach fue una fuente
de inspiración para los positivistas lógicos del siglo xx, quienes tuvieron una
influencia considerable sobre el conductismo. En nuestro siglo, el conductismo
radical de B. F. Skinner ha constituido una explicación positivista rigurosa de
la conducta. Aunque la psicología de Mach fue introspectiva, es decir, una
psicología del sujeto, una vez que los conductistas decidieron tratar a los
seres humanos como objetos de observación, la filosofía de Mach; fusionada con
un realismo escocés revisado, llevó directamente al conductismo radical.
Skinner mantuvo que el único objetivo de la ciencia es el de descubrir
relaciones legales entre las variables dependientes e independientes, lo cual
llevaría a la predicción y al control. La referencia a procesos «mentales»
inobservables eran conceptos metafísicos tan ilegítimos para Skinner, como lo
fueron para Mach. Es más. Cuando Skinner demandaba una utopía no democrática
dirigida científicamente era una forma de comtismo sin Religión de la Humanidad. Ambos
creyeron que, a través del control científico, se podía perfeccionar a los
seres humanos.
De manera más general, la nueva Ilustración fijó la agenda de la
psicología norteamericana del siglo xx. En el conductismo, la teoría del re
forzamiento fue una extensión del utilitarismo; las teorías de la asociación de
ideas se convirtieron en teorías de asociaciones estímulo-respuesta: y los
psicólogos anhelaron utilizar sus logros en interés del control social, tal y
como lo manifestó John B. Watson. Fundador del conductismo, para «ofrecer a la
sociedad una nueva arma para controlar a los individuos».
Asociacionismo
El utilitarismo proporcionó una teoría de la motivación humana sencilla,
potencialmente científica y aun así flexible. El asociacionismo, tal y como
había sido desarrollado por Locke, Berkeley y Hume, proporcionó una teoría de
los procesos cognitivos humanos de las mismas características que la anterior.
Ambas teorías se combinaron, a comienzos del siglo XIX con la intención de
proporcionar una explicación general y poderosa de la mente humana. El
asociacionismo describió el cómo del pensamiento y la conducta -la mecánica de
la percepción y del pensamiento- y el utilitarismo describió el porqué -los
motivos y las metas que empujan al pensamiento y la conducta.
La discusión de Bentham, sobre los principios gobernantes del placer y el
dolor, facilitó la combinación de ambas teorías, ya que estos principios
parecían asemejarse a los que los asociacionistas admitieron que gobernaban la
formación de asociaciones.
Bentham, por ejemplo, afirmó que el valor tolal de cualquier placer o
dolor está determinado por la intensidad, duración, certeza y proximidad de la
sensación correspondiente.
David Hartley (1705-1757) desarrolló el asociacionismo como doctrina
psicológica en su libro Observations on Man (1749) (Observaciones sobre el
hombre), en el que propuso una explicación completamente asociacionista de la
mente y la conducta humana. Aunque las ideas de Hartley a menudo se parecen a
las de Hume, aquél desarrolló las suyas a partir de los trabajos de John Gay
(1699-1745). Hartley era médico, como tantos otros proto-psicólogos, y uno de
sus objetivos fue establecer las bases fisiológicas de la asociación. No
obstante, como ha ocurrido con otros Newton de la mente, la mayor influencia
que Hartley recibió fue lógicamente la de Isaac Newton. No sólo se esforzó por
ver la mente a través de unos ojos newtonianos, sino que también adoptó las
propias especulaciones que éste había realizado sobre el funcionamiento de los
nervios.
Hartley creyó que existía una correspondencia estrecha entre la mente y
el cerebro, y propuso Linas leyes paralelas de la asociación para ambos. Sin
embargo, no fue Historia de la
Psicología un paralelista estricto como Leibniz, puesto que
creyó que los acontecimientos mentales dependían causalmente de los neurales.
Empezando en la esfera de lo mental, Hartley edificó la mente, tai y como hizo
Hume, a partir de unidades atómicas de sensaciones simples. Nuestro contacto
sensorial con una cualidad perceptible (que Hartley denominaba impresión) hace
aparecer una sensación (similar a la impresión planteada por Hume) en la mente.
Sí la mente copia la sensación, se forma una idea simple ele la sensación
(comparable a las ideas simples de Hume), la cual puede combinarse
asociativamente para formar ideas intelectuales complejas (comparables a las
ideas complejas de Hume). Volviendo a los sustratos fisiológicos de la
formación de asociaciones, Hartley adoptó la teoría de las vibraciones nerviosas
ele Newton. La cual afirmaba que los nervios contenían partículas
submicroscópicas cuyas vibraciones pasaban a través de los nervios,
constituyendo la actividad neural. Una impresión empezaba a hacer vibrar la
sustancia nerviosa sensorial, y esta vibración pasaba al cerebro inferior en
donde producía una sensación a la mente. La ocurrencia repetida crea una tendencia a copiar esta vibración en
la corteza cerebral en la forma de una vibración menor, o vibraciúnculo. Correspondiente
a una idea.
El asociacionismo de Hartley fue bastante popular. Joseph Priestley
(1733--1804), un gran químico y co-descubridor del oxígeno, lo presentó al
público y lo defendió ante sus críticos. Alcanzó también bastante influencia en
círculos literarios y artísticos, afectando profundamente a la sensibilidad
crítica de los artistas de final del siglo, especialmente a los románticos
(Coleridge le puso el nombre de David Hartley a su hijo mayor). A largo plazo,
el asociacionismo dio lugar al análisis de la conducta en función de hábitos
asociados. El asociacionismo se unió al utilitarismo, ya que Hartley afirmó que
el placer y el dolor acompañaban a las sensaciones y que, de esa forma,
afectaban al pensamiento y la acción.
La fusión del principio de utilidad con el asociacionismo comenzó en
serio con la obra de James Mili (1773-1836), un político convertido en
filósofo. Su asociacionismo. Una teoría de la mente muy simple, a la que casi
concebía como un juego de mecano, se convirtió en el objetivo más frecuente de
los ataques de psicólogos posteriores que defendían posiciones más holistas,
tales como las de Wundt james y los psicólogos ele la Gestalt. Desde el
punto de vista de Mili, la mente es una pizarra en blanco, pasiva, receptiva a
las sensaciones simples (las piezas del mecano), a partir de las cuales se
conforman las ideas o sensaciones complejas, gracias a la formación de vínculos
asociativos (el pegamento que une las piezas) entre las unidades atómicas.
Mili (1829-1964), junto a Condülac, prescindió de las facultades mentales
que Hume, Thartley y otros asociacionistas previos habían conservado. Al
combinarse con el hedonismo utilitarista, el resultado dio lugar a una imagen
de la mente completamente mecánica en el cual una idea sigue a otra idea de una
forma automática, sin margen alguno para el control voluntario. Mili mantenía
que el ejercicio de la voluntad era una ilusión. El razonamiento no era más que
el compuesto asociativo de ideas contenido en los silogismos. La atención no
era otra cosa que la preocupación de la mente con cualquiera de las ideas que
son particularmente placenteras o dolorosas.
La mente no dirige la atención; su atención se dirige mecánicamente por
el principio de utilidad.
Mili, como Bentham y otros muchos que escribieron sobre la mente, expuso
su psicología con propósitos de reforma. Mili, influido por Helvetius, al igual
que Bentham, se interesó especialmente por la educación. Si la persona desde
que nace es HACIA EL UMBRAL DE IA PSICOLOGÍA.
Completamente pasiva, el deber de la educación es el de moldear
correctamente su mente. Mili puso en práctica sus ideas en la educación
rigurosa que le dio a su hijo, enseñándole griego antiguo a los tres años y
Latín a los ocho. Su hijo escribió una historia del derecho romano cuando sólo
tenía diez años.
Sin embargo, el hijo, John Stuart Mili (1806-1873), no llegó a
convertirse en el perfecto utilitarista que el padre esperaba. Aunque fue un
partidario temprano del benthamismo, sufrió una crisis nerviosa durante la cual
acabó encontrando estéril, excesivamente calculador y restringido a este punto
de vista. Incluso llegó a considerar al programa de Bentham como «diabólico». Finalmente,
atenuó los principios hedonistas de Bentham con las visiones románticas de la
naturaleza y del sentimiento humano defendidas por Wordsworth. Mili aprobó las
preferencias románticas por lo natural sobre lo manufacturado, y negó que el
ser humano fuera una máquina. Vio a las personas como algo vivo, cuyo
desarrollo y crecimiento autónomo debe educarse, una visión expresada en su
totalidad en el libro On liberty (1859-1978) (Sobre la libertad), el documento
fundacional del pensamiento político liberal contemporáneo.
La versión del asociacionismo defendida por J. S. Mili, fue conocida con
el nombre de química mental. Los asociacionistas tempranos, incluyendo a su
padre, habían reconocido que algunos lazos asociativos llegan a ser tan fuertes
que las ideas conectadas parecen inseparables. 1. S. Mili fue más allá, y
mantuvo que las ideas elementales pueden fundirse en una idea total que no es
reducible a sus elementos. Los elementos generan la nueva idea, no la componen
simplemente. Mili puso a los colores como un ejemplo de este proceso. Al hacer
girar a una cierta velocidad un disco dividido en porciones, cada una de ellas
pintada con un color primario, se experimentará una sensación de blancura, y no
de colores dando vueltas. Los colores atómicos del disco generan un nuevo
color, una tipo de experiencia diferente. Mili estuvo influido por el concepto
romántico de coalescencia. la idea de que la imaginación activa podría
sintetizar a los elementos atómicos en una creación que fuera más que la suma
de las propias unidades componentes, corno cuando los colores elementales se
mezclan para producir uno cualitativamente diferente. Wundt concedió mucha importancia
al poder de la mente para sintetizar elementos mentales. Los psicólogos de la Gestalt llegaron a ser
incluso mucho más bolistas.
Sin embargo, debemos recalcar que aunque Mili atemperó el benthamismo
asociacionista de su padre con una concepción del romanticismo más amplia,
todavía buscó mejorar, y no refutar, el utilitarismo y el empirismo. Siempre
detestó el intuicionismo místico de Coleridge, Carlyle y otros románticos.
Tampoco aceptó Mili el voluntarismo romántico. Aunque su química mental
reconoció la posible coalescencia de las sensaciones e ideas, quedó como una
descripción pasiva de la mente. No es la actividad autónoma de la mente la que
ocasiona el cambio químico cualitativo, sino la forma en la que se asocian las
sensaciones en la experiencia. Cuando se gira el disco, no se elige verlo de
color blanco; son las condiciones del experimento las que producen esa
experiencia perceptiva.
John Stuart fue el último gran filósofo asociacionista. Su
asociacionismo surgió en el contexto de discusiones metafísicas y lógicas —y no
puramente psicológicas-. Mili creyó en la posibilidad que Hume había planteado
de una ciencia de la naturaleza humana, de hecho, intentó contribuir a su
metodología. Los asociacionistas posteriores llegaron a ser más distintivamente
psicológicos; por consiguiente, pospondremos su discusión para una sección
posterior
La nueva Ilustración
El espíritu newtoniano no desilusionó a todo el mundo. Muchos
pensadores importantes aprobaron el proyecto de la Ilustración ,
especialmente en Inglaterra y Francia. Es más, los conceptos centrales de la
psicología norteamericana del siglo xx procedían de la nueva Ilustración.
Utilitarismo De una forma u otra, el utilitarismo ha influido
poderosamente en todas las ciencias sociales. Propone una teoría de la
motivación humana, llamada hedonismo, sencilla y potencialmente cuantificable.
Avanzado en principio por Demócrito, el hedonismo propone que la gente se mueve
únicamente buscando el placer y evitando el dolor.
Una parte del atractivo del utilitarismo proviene de su
flexibilidad. Aunque el principio de utilidad es sencillo, respeta las
diferencias individuales, y las diferentes y variadas clases de placeres y
dolores que la gente persigue o evita. El principio de utilidad es fundamental
para la mayoría de las teorías económicas. En psicología, ha proporcionado las
doctrinas motivacionales del conductismo, y continúa ejerciendo influencia en
las teorías de la toma de decisiones y en las de la elección.
Transformar el hedonismo en una teoría científica, cuantitativa
y práctica fue la empresa que acometió el reformador inglés y Newton de la
mente, Jeretny Bentham (1748-1832). Este autor dio comienzo a su obra
Introduction lo the Principies oj'Moráis and Legislation (1789-1973, p. 1)
(Introducción a los principios de la moral y la legislación) con una
declaración contundente de hedonismo utilitarista: «La naturaleza ha puesto a
la humanidad bajo el gobierno de dos maestros soberanos, el dolor y el placer.
Sólo ellos nos señalan lo que deberíamos hacer, así como también determinan lo que haremos... Nos gobiernan en todo lo que
hacemos, decimos y pensamos». La afirmación de Bentham es típica de un filósofo
de la Ilustración ,
ya que fusiona una hipótesis científica sobre la naturaleza humana con un canon
ético sobre cómo debería vivir la gente. No sólo el placer y el dolor «nos
gobiernan en todo lo que hacemos» (hipótesis científica), ellos también
"deberían» hacerlo así (canon moral). Por supuesto, que algunos pensadores
anteriores habían reconocido la tentación del hedonismo, pero habían esperado
que pudiera controlarse por algún otro motivo, por ejemplo, por el sentido
moral planteado por los filósofos escoceses. La audacia de Bentham consistió en
rechazar cualquier motivo que no fuera el de utilidad, por considerarlo como un
sin sentido supersticioso, e intentar erigir una ética a partir de este
rechazo.
Sin embargo, la definición de utilidad de Bentham no estuvo
limitada solamente a los dolores y placeres sensuales. Bentham reconoció,
además de éstos, los placeres de la riqueza, piedad y benevolencia, por
mencionar sólo unos pocos.
La propuesta newtoniana de Bentham, acerca de la cuantificación
del placer y el dolor, hizo a su principio de utilidad algo científicamente
importante. La fuerza de la física newtoniana estuvo en su precisión matemática,
y lo que Bentham esperaba en aportar una precisión similar a las ciencias
humanas. Intentó medir con su «felicifie calculus» las unidades de placer y de
dolor, de una forma que hiciera posible incluirlas en ecuaciones que predijeran
la conducta, o que pudieran utilizarse por aquellos que tomaban decisiones para
efectuar la elección correcta, es decir, la de mayor maximización de la
felicidad. Los precios, en economía, son unos sustitutos convenientes del "felicifie
calculus» de Bentham. Los economistas pueden determinar fácilmente cuánto pagará
la gente por obtener placeres -sean galletas, conciertos, cannabis, etc. cuánto
por evitar dolores -comprar sistemas de seguridad, seguros de salud o
aspirinas-, y han desarrollado una ciencia muy matematizada a partir del
principio de utilidad. Los intentos de la psicología por medir directamente las
unidades de placer y dolor han resultado muy controvertidos, pero continúan a
pesar de todo. Por ejemplo, en el incipiente campo de la economía conductual,
se han desarrollado ecuaciones basadas en cuánto pagarán unas ratas o unas
palomas, por ejemplo, cuántas respuestas operantes emitirán, a cambio de
diferentes bienes económicos, tales como comida, agua o estimulación eléctrica.
Bentham, como reformador social, quiso que los legisladores -la audiencia a la que
había dirigido sus Principies- emplearan el felicific calculus para hacer las
leyes.
Su objetivo debería ser 4a mayor felicidad para el mayor número
posible*. Es decir, los legisladores deberían intentar calcular cuántas
unidades de felicidad y de placer se generarían en todo el país por cualquier
acción dada, y actuar siempre para maximizar la cantidad neta de placer. Por lo
general, Bentham abogó por un gobierno mínimo, ya que, al igual que los
Sofistas, creía que lo placentero y doloroso variaba de una persona a otra.
Desde el punto de vista utilitarista, debería dejarse a la gente que libremente
hiciera aquello que les hace felices, no lo dictado por un gobierno entrometido
que persigue su propia función de utilidad.
La reafirmación de la emoción y la intuición: La rebelión romántica
Aunque habitualmente consideramos al romanticismo como un
movimiento del mundo de las artes, fue, en realidad, mucho más; continuó con
las protestas de la
Contra-Ilustración en oposición a la visión del mundo
cartesiano-newtoniana. El artista y poeta romántico William Blake (1757-1827)
rogaba: *Dios nos salve/de la visión simple del sueño de Newton». Los
románticos consideraron que las demandas cartesianas por la supremacía de la
razón eran desmesuradas, y las combatieron con cantos a los sentimientos
fuertes y a la intuición no racional. En tanto que algunos escritores de la Ilustración ,
particularmente Hume, habían valorado las «pasiones- morales y suaves, los
románticos estuvieron inclinados a venerar todas las emociones fuertes, incluso
las, violentas y destructivas. Los románticos creyeron fervientemente, por
encima de todo, que existían más cosas en el universo que los átomos y el
vacío, y que se podría alcanzar un mundo más allá de lo material si se
desataban las pasiones y la intuición. Muchos románticos tomaron drogas
psicoactivas con este fin, esperando poder escapar de los límites de la
conciencia racional ordinaria, a la búsqueda de una verdad superior, casi
platónica.
Como era de esperan la concepción romántica acerca de lo mental
difería de la de Newton y con ella de la mente de la Ilustración. La
mayoría de los escritores de la
Ilustración estuvieron preocupados por la experiencia
consciente; los románticos presagiaron ideas sobre el inconsciente, el hogar
caótico y primario del sentimiento y la intuición. El filósofo alemán Arthur
Schopenhauer (1788-1860) postuló que la voluntad es la realidad nouménica que
hay detrás de las apariencias. La voluntad de la que hablaba Schopenhauer,
especialmente la voluntad de vivir, empuja a la humanidad hacia un esfuerzo
vano e interminable por alcanzar algo mejor. Esta descripción cié la voluntad
prefigura el concepto de Ello planteado por Freud. En su obra Parerga, este
autor escribía lo siguiente: «En el corazón de cada hombre vive una bestia
salvaje*. La inteligencia intenta controlar a la voluntad, pero su furia nos
causa dolor y lo inflige a otros.
También prefiguraron a Freud los escritores que vieron el
lenguaje del inconsciente en los sueños, sólo necesitando ser descifrado para
revelar los secretos del infinito.
En contraste con la imagen de la mente bastante mecánica y sin
vida que avanzaron muchos de los filósofos, especialmente en Gran Bretaña, los
románticos representaron a La menee como libre y espontáneamente activa. La
voluntad es una bestia salvaje, pero aunque la furia implica dolor, también
implica libertad de elección. Así, la filosofía de Schopenhauer fue
voluntarista, una reacción romántica en contra del determinismo materialista de
la Ilustración. Por
lo general, esto llevó a que los románticos veneraran a héroes, genios y
artistas, aquéllos que hicieron valer SLL voluntad y no se inclinaron ante kis
costumbres del mundo. Por ejemplo, Thomas Carlyle reverenció a héroes que
abarcaban desde Odín hasta Shakespeare o Napoleón. Incluso podemos encontrar en
el estudio de la percepción este énfasis romántico en la actividad independiente
de la mente. La mayoría de los filósofos siguieron a Hume, al ver la percepción
como un proceso de registro ele -impresiones» en una mente pasiva. Por ejemplo,
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), influido por Kant, Leibniz. y la tradición
idealista europea, comparó a la mente con una lámpara. En vez de registrar
simplemente impresiones, la mente producía luz intelectual, alcanzando activamente
el mundo y moldeando la experiencia resultante.
Los románticos rechazaron la concepción mecánica de la sociedad
que había llevado a la
Ilustración Francesa , cuyo comienzo habían aplaudido pero
cuyo final sangriento habían lamentado. Si la sociedad, como la naturaleza, no
es más que una máquina, entonces, al igual que ésta, debe estar controlada
científica y racionalmente. Algunos románticos como Edmund Burke (1729-1797)
sostuvieron, en contra de la opinión anterior, que las sociedades se
desarrollaban, que no podían hacerse. Las costumbres de la sociedad civil se
convertían lentamente en un conjunto interconectado y rico de costumbres,
normas y creencias, que en muchas ocasiones, sólo estaban en la conciencia de
una forma marginal. Pensar en alguna práctica social como irracional, era afín
a pensar que la forma de un árbol era irracional. Además, del mismo modo que la
poda excesiva para darle forma a un árbol puede matarlo. la planificación
científica puede matar a una cultura. Un solitario Burke aplaudió, como miembro
del parlamento, a la
Revolución Americana porque hizo valer los derechos consagrados
de los ingleses contra un Rey tiránico. No obstante. Burke denunció a la Revolución Francesa ,
posteriormente, por derrocar, en nombre de la razón abstracta, el estilo de
vida francés natural y desarrollado.
Aunque el movimiento romántico fue efímero, su legado para la
psicología fue el de una gran escisión. Todos los psicólogos fundadores vieron
la mente desde el espíritu del romanticismo, aunque sin concederle un papel
elevado a la pasión y la intuición. "Wundt denominó a su psicología como
voluntarista, acentuando la independencia existente entre los principios del
desarrollo mental y los del desarrollo físico. James fue también un
voluntarista, comprometido profundamente con la realidad de la voluntad y con
su libertad. Por supuesto, Freud recogió la noción del inconsciente, y elevó
sus pasiones a causas del pensamiento humano y de la conducta, por encima de la
voz siempre tenue de la razón. Sin embargo, en el mundo de habla inglesa, que
es el que fundamentalmente nos interesa, la concepción de la mente, y después
de la conducta, como algo esencialmente mecánico e impulsado desde el exterior,
reemplazó, a pesar de las protestas de James, a las concepciones románticas.
Asimismo, los psicólogos del siglo xx estuvieron profundamente involucrados en
la ciase de ingeniería social científica que horrorizó a los herederos
conservadores de Burke. El romanticismo, por lo menos en psicología, fue
derrotado por la nueva Ilustración.
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