domingo, 30 de junio de 2013

El cerebro

En el tratamiento de la historia de la psicología realizado hasta el momento, hemos encontrado que era una parte de la filosofía. Incluso los esporádicos psicólogosmédicos que hemos visto fundaron generalmente sus psicologías sobre principios filosóficos y no fisiológicos. Hartley es un buen ejemplo. Erigió su psicología sobre los principios de la filosofía asociacionista y sólo la respaldó con la explicación especulativa que dio Newton sobre la función nerviosa. La separación entre las partes filosóficas y fisiológicas de la psicología de Hartley fue tan completa que Priestlcy de sus seguidores, realizó una edición del libro Observations on Man de Hartley en la que se omitió toda la fisiología. Hartley quiso crear una psicología que combinara filosofía y fisiología, pero la filosofía siempre ocupó el primer lugar.

Franz Joseph Gall (1758-1828) invirtió esta relación. Podría considerarse a este autor realmente como el fundador de la neuropsicología, ya que fue el primero que consideró seriamente la idea de que el cerebro es el asiento del alma. Esta idea no era precisamente nueva: Platón lo creía; los científicos griegos de Alejandría lo habían demostrado; la psicología medieval de las facultades situó a cada una de ellas en una parte diferente del cerebro. Sin embargo, más allá de alentar el materialismo, el concepto tuvo poco efecto en el pensamiento psicológico. Las localizaciones asignadas a cada facultad estuvieron basadas en un análisis previo de la mente, no del cerebro, y la psicología filosófica no hizo nada para cambiarlo. No obstante, Gall afirmó que el cerebro era el órgano específico de la actividad mental, de la misma manera que el estómago era el de la digestión y los pulmones los de la respiración.

Por lo tanto, el estudio de la naturaleza humana debiera comenzar por el de aquellas funciones que dan lugar al pensamiento y la acción, antes que con investigaciones introspectivas y abstractas sobre la mente. El empirismo francés y el asociacionismo, especialmente el sensualismo defendido por Condillac, fueron los antecedentes filosóficos contra los que Gall reaccionó.

Este autor ofreció -algunos reproches a este tipo de aproximaciones filosóficas a la psicología (Young, 1970). Para empezar, los empiristas afirmaban que la experiencia era la base adecuada para la ciencia, aun así su propia psicología, la ciencia de la naturaleza humana planteada por Hume, era completamente especulativa, careciendo de referencias a la conducta objetiva o al cerebro que la controla. Además, las categorías de análisis que utilizaban los filósofos eran «meras abstracciones». Ninguna de las facultades propuestas por ios filósofos - tales como la memoria, atención e imaginación- eran lo bastante específicas como para explicar la conducta humana real y las diferencias individuales concretas. Gall escribió en su libro On the functions ofthe Brain-. ¿Cómo explicamos, por la sensación en general, por la atención (etcétera)... el origen y funcionamiento del principio de propagación, el amor a los hijos, o el instinto de apego? Cómo explicar por esas generalidades, el talento para la música, la mecánica, el sentido para las relaciones espaciales, la pintura, la poesía, etcétera^. Las facultades de los filósofos existen pero -no son aplicables al estudio detallado de una especie, o de un individuo. Todos los hombres, excepto el idiota, disfrutan de todas estas facultades. Sin embargo, no todos los hombres tienen el mismo carácter moral o intelectual. Necesitamos facultades, y la forma en la que su distribución varía determinará las diferencias entre las especies, y sus diferentes proporciones explicarán las diferencias entre los individuos (cit. en Young, 1970, p. 18). En resumen, los conceptos de los filósofos carecen de utilidad para las investigaciones empíricas específicas que la ciencia requiere.

Las ideas de Gall le pusieron en conflicto con los filósofos empiristas de una forma definitiva. Condillac había intentado derivar cada facultad de la mente a partir de la sensación y la asociación. No obstante, Gall concluyó, creyendo que el cerebro era el órgano de la mente, que eran innatas cada una de las facultades que había propuesto, que tenían su base en una región particular del cerebro. La aproximación adoptada por Gall también implica una forma de psicología comparativa.

Dado que los cerebros de las especies son diferentes a lo largo de la Gran Cadena del Ser (escribía antes de Darwin), sus facultades correspondientes deberían diferir de esta manera. De hecho, Gall realizó estudios de anatomía comparada para apoyar este argumento.

De este modo, el problema de Gall fue comparar funciones conductuales específicas con regiones particulares de! cerebro. ALinqlie efectuó estudios anatómicos detallados del cerebro y del sistema nervioso, encontró qLie las técnicas cié su tiempo eran demasiado rudimentarias para ser capaces de dar respuestas a las preguntas que se planteaba y tuvo escrúpulos respecto a experimentar con animales vivos, pero «martirizados-. Por lo tanto, el método de Gall fue diferente. Asumió que las facultades bien desarrolladas se correspondían con partes deí cerebro bien desarrolladas. Esos -órganos-' cerebrales que se correspondían con las facultades bien desarrolladas serían de mayor tamaño que otros órganos que se correspondían con facilidades menos desarrolladas, y que su tamaño relativo se detectaría en el cráneo como protuberancias que recubrían el órgano desarrollado. Luego, el método de Gall consistía en mostrar empíricamente, que las personas que poseían ciertos rasgos destacados deberían tener cráneos con protuberancias sobre los órganos correspondientes del cerebro, y que los rasgos débiles se relacionaban con órganos cerebrales y regiones craneales sin desarrollar. Aunque la hipótesis de Gall era nueva, la idea de que los rasgos de personalidad se revelan en la cara y en el físico es tan vieja como el mundo antiguo.

Por lo tanto, Gall podía observar las conductas extraordinarias de un individuo y correlacionarlas con sus prominencias craneales. Basándose en ese tipo de observaciones formó una lista larga de facultades -por ejemplo, destructividad, amistad y lenguaje- y localizó cada una de ellas en una región particular del cerebro. Así, la destructividad se situaba justo encima de la oreja. Los seguidores posteriores de Gall aumentaron esta lista para incluir facultades como ia veneración, cuya presencia se creía que demostraba la existencia de Dios, el objeto de esta veneración.

Hemos mencionado algunas de las características conceptuales de la aproximación de Gall; era nativista: comparaba a los humanos con otros animales; era materialista, si bien el propio Gall pareció oponerse a esta tendencia. La psicología de este autor fue también conductista antes que introspeccioncita. Su sistema se basaba en la observación de las conductas y las protuberancias del cerebro, en vez de en la introspección de su propia mente. Por tanto, fue la primera psicología objetiva, no subjetiva. De forma más general, Gall planteó una psicología funcional preocupada por cómo la mente y el cerebro, órgano de aquella, hacen que un animal o persona se adapten realmente a las demandas cotidianas. La psicología filosófica estuvo más interesada por los graneles problemas de la epistemología. Por último, la psicología de Gall fue una psicología de las diferencias individuales. Este autor rechazó explícitamente el estudio de la mente adulta general en favor de un estudio acerca de en qué se diferencian las personas.

Las concepciones de Gall señalaron dos direcciones, una científica y otra ocultista. Científicamente, inspiró a los fisiólogos con mentalidad más experimental a investigar la localización de las funciones conductuales en zonas particulares del cerebro.

El sistema de Gall sufrió gravemente en manos de estos autores. Se descubrió que eran incorrectas las Iocalizaciones cerebrales que había planteado. Peor que eso, se encontró que carecían de fundamento las suposiciones que relacionan el tamaño cerebral con la fuerza de una facultad y la forma del cráneo con la del cerebro. Se rechazó violentamente al sistema completo por considerarlo una pseudociencia, sólo atractiva, al igual que la astrología. para una sociedad profana y crédula.

La otra dirección que tomaron las ideas de Gall -la dirección ocultista- fue la de atraer a la sociedad profana. Johann Caspar Spurzheim (1776-1832), su colega más cercano y el que acuñó el término frenología (que Gall rehusó aceptar), popularizó el concepto convirtiéndolo en una filosofía optimista de la vida de carácter general. La frenología se convirtió en la nueva psicología popular en manos de Spurzheim que se propuso reformar la educación, la religión y la criminología. Sus actividades misioneras le llevaron a Estados Unidos, una tierra más fértil para la frenología. Murió poco tiempo después de su llegada, pero George Combe, un frenólogo inglés, continuó su trabajo.

La revuelta contra el materialismo: Espiritualismo e investigación psíquica

La doctrina del materialismo y la religión del positivismo pudieron haber inspirado a los entusiastas del cientificismo, pero muchas personas se sintieron inquietas con ellas e incluso les repugnaron. La crisis del naturalismo empeoró después de que Huxley proclamara que los humanos sólo eran simios bien desarrollados. Para muchas personas, la religión tradicional parecía estar moribunda; la fe ciega en un alma inmortal había sido aniquilada. De esta manera, muchas personas serias, incluyendo a científicos bien conocidos, .se volvieron a la propia ciencia, especialmente después de 1859, buscando la certeza de que había algo más para la vida humana que la mera maquinaria corporal. Frederic Myers (1843-1901), líder de la investigación psíquica durante el siglo XIX escribía: «el descubrimiento de eme existe una vida en el hombre que es independiente de la sangre y el cerebro sería un hecho cardinal y dominante en todas las ciencias y en toda la filosofía». Ya desde niño, a Myers le horrorizaba la idea de no poder vivir eternamente. Este miedo se intensificó cuando perdió su fe religiosa durante su educación, como le ocurrió a muchos Victorianos. Tras un encuentro con el filósofo TIenry Sidgwick, éste le animó a buscar científicamente pruebas de la existencia de la inmortalidad. También Sidgwick había perdido su fe, pero creía firmemente que la ética necesitaba de la inmortalidad personal para la rectificación de la maldad existente en la tierra. Myers aceptó el desafío de Sidgwick y reunió una cantidad enorme de datos pertinentes. Ambos fundaron la Society for Psychical Research: la revista de dicha sociedad publicó en 1882 los datos obtenidos por Myers.


También fueron publicados en dos volúmenes póstumos que aparecieron en 1903- F,l libro de Myers Human Personality and Its Survival ofBodilv Death (1903), aunque sólo fuera como un mero catálogo de fenómenos psicológicos inusuales, se ganó el respeto del mismo William James, quien fue presidente de la Society for Psychical Research. Aunque por el título del libro lo que se podría esperar es una colección de historias de fantasmas, Myers realizó una revisión de todo el campo de la psicología anormal, desde el sueño y la histeria hasta los mensajes de los espíritus difuntos. Su aproximación a estos problemas fue siempre psicológica. 

El revolucionario Victoriano: Charles Darwin (1809-1882)

Aunque el propio abuelo de Darwin, Erasmus Darwin, había anticipado la teoría de su nieto en un poema científico al que tituló Zoonomia, la teoría de la evolución no podía seguir siendo por más tiempo una efusión poética. Ni podía quedarse en una quimera romántica, inspiradora aunque finalmente inverosímil. La mayor hazaña de Darwin consistió en transformar la evolución en una teoría científica, proporcionando un mecanismo que podía dar cuenta de ella; la selección natural. Lo que en ese momento se necesitaba era una campaña a favor de la realidad de la evolución para convencer a los científicos y al público. Darwin nunca la llevó a cabo. Era algo hipocondríaco -uno de sus biógrafos (Irvine, 1959) le llamó «el paciente perfecto»-, y se convirtió en un recluso tras volver de su viaje en el TT.M.S. Beagle, ausentándose en muy pocas ocasiones de su casa ele campo. Fueron otros, muy especialmente Thomas Henry Tuxley (1825-1895), el -bulldog ele Darwin». los que lucharon a favor de la supervivencia de la selección natural.

Darwin fue un joven naturalista que tuvo la buena fortuna de ser incluido en un viaje científico alrededor del mundo a bordo del Beagle, de 1831 a 1836. A Darwin le impresionaron profundamente las tremendas variaciones intra y entre especies que observó particularmente en Sudamérica. Se dio cuenta de la existencia de innumerables formas naturales distintas, cada una de las cuales se adaptaba especialmente a su hábitat particular. Era fácil imaginar que cada subespecie descendía de un antepasado común y que cada una de estas subespecies habían sido seleccionadas para adaptarse a alguna parte del ambiente.

En aquella época, algún tiempo después de su regreso a Inglaterra, Darwin comenzó a reunir datos sobre las especies, sobre sus variaciones y origen. En su Autobiografía (1888-1958) relató -que reunió hechos -a una escala masiva» sobre la base de -principios verdaderamente baconianos». Parte de su investigación se centró en la selección artificial, es decir, en cómo mejoran sus productos los criadores de plantas y animales. Darwin hablo con colombófilos y horticultores, y también estudió sus folletos. En uno de los que leyó, titulado «The Art of Improinng the Breeds of Domestic Animáis» escrito por John Sebright en 1809, se indicaba que también la naturaleza, al igual que hacían los criadores, seleccionaba algunos rasgos y rechazaba otros: «un invierno severo, o la escasez de comida, destruyendo al débil y al enfermo, tiene todos los efectos benéficos de la selección más experta^ (Ruse, 1975: p. 347).

Así, Darwin ya tenía una teoría rudimentaria de la selección natural alrededor de 1830: la naturaleza produce innumerables variaciones entre los seres vivos, algunas de las cuales se seleccionan para su perpetuación. Con el tiempo, las poblaciones aisladas llegan a adaptarse a sus ambientes. No estaba nada claro lo que hacía que el sistema de selección se mantuviera. ¿Por qué las especies iban mejorando? La respuesta era clara en el caso de la selección artificial. E¡ criador seleccionaba buscando producir una clase conveniente de planta o animal. Pero ¿qué fuerza de la naturaleza se asemejaba al ideal del criador? Darwin no podía aceptar el impulso innato a la perfección que había sido planteada por Lamarck. La causa de la selección debe residir fuera del organismo, pero ¿dónde? Darwin encontró la respuesta en 1838, mientras leía el libro Essay on the Principie of Population as It Affects the Future hnprovement of Society (1798) (Ensayo sobre el principio de la población), que había sido escrito por Thomas Malthus (1766-1834).

Este autor, trataba un problema que había inquietado a la Ilustración tardía: ¿por qué seguían existiendo la pobreza, el crimen y la guerra si la ciencia y la tecnología habían progresado? Malthus propuso que aunque había mejorado la productividad humana, el crecimiento de la población siempre superaba al del suministro de alimentos, de modo que la vida necesariamente es una lucha de demasiadas personas por demasiados pocos recursos. Darwin afirmaba en su autobiografía que por fin había encontrado una teoría con la que podía trabajar*. La lucha por la supervivencia era lo que causaba la selección natural. Las criaturas luchaban por los recursos escasos, y aquellos que estaban "débiles o enfermos» no podían mantenerse y morían sin dejar descendencia. Los sanos y fuertes sobrevivían y procreaban. De esta forma, se preservaban las variaciones favorables y se eliminaban las desfavorables. La lucha por la supervivencia era el motor de la evolución, en ella sólo los competidores más exitosos tenían herederos.

Darwin no hubiera necesitado ir a la obra de Malthus para encontrar el concepto de la lucha del individuo por la supervivencia. Como ha indicado William Irvine (1959), la naturaleza es con poca originalidad casi medio-victoria na en sus aspectos evolutivos. La teoría de Darwin "llenó de alegría a los optimistas ele mitad de siglo», que habían aprendido que 4a naturaleza avanzaba sobre los sólidos principios de dejar-hacer en los negocios-. La selección natural podía haber ofendido al beato, pero no al negociante Victoriano de la revolución industrial, que conocía que la vida era una lucha constante que recompensaba al fracaso con la pobreza y la desgracia. En la mejora de las especies a partir de la lucha de los individuos estaba, otra vez, la «mano invisible» de Adam Smith. También estaba en consonancia con la visión conservadora de las sociedades defendida por Edmund Burke, que las consideraba como una colección de prácticas y valores exitosos.

Darwin había formulado los aspectos esenciales de su teoría en 1842, momento en el cual los había escrito sin intención ninguna de publicarlos todavía. Podríamos resumir su teoría en forma de argumento lógico (Vorzimmer, 1970). Primero,  mantiene, siguiendo a Malthus, que existe una lucha constante por la existencia debido a la tendencia que tienen los animales a desarrollarse más de lo que lo hacen sus fuentes de alimento. Segundo, la naturaleza produce constantemente formas divergentes intra y entre especies. Algunas de estas variantes se adaptan mejor que otras a la lucha por la supervivencia. Por consiguiente, los organismos que poseen rasgos desfavorables no se reproducirán, lo cual hará desaparecer estos rasgos. Finalmente, las especies se diferenciarán a partir de un linaje común, a medida que unos pequeños cambios adaptativos van seguidos por otros a lo largo de eones y a la par que cada forma se adapta a su ambiente peculiar. Además, los ambientes cambiarán, seleccionando nuevos rasgos para su perpetuación, y las especies divergirán eternamente de sus progenitores, a medida que un ambiente sucede a otro. Así, podía explicarse la diversidad observada en la naturaleza como resultado de !a actuación de unos pocos principios mecánicos a lo largo de millones de años, al ir unas especies evolucionando a partir de otras.

Así planteada, la teoría era deficiente. El origen de las variaciones y la naturaleza de su transmisión no podían explicarse sin nuestros conocimientos genéticos actuales. Darwin nunca fue capaz de superar estas dificultades y, al defender sus teorías de las críticas, se vio empujado a posiciones cada vez más cercanas al lamarekismo. Es una ironía de la historia que, al mismo tiempo que Darwin escribía y defendía su Origin of Species, un desconocido monje polaco, Gregor Mendel (1822-1884), estaba realizando el trabajo sobre la herencia que ofreció finalmente la respuesta a las dificultades de Darwin. Este trabajo, publicado e ignorado en 1865, se re descubrió en 1900, convirtiéndose en el fundamento de la genética moderna. Al morir, Darwin se había ganado el privilegio de ser entrenado en la Abadía de Westminster, y su pensamiento había revolucionado la visión del mundo occidental, pero la evolución no afectó seriamente a la biología hasta la síntesis de la genética y la selección natural en la moderna teoría neodarvinista durante los años 30.

Darwin escribió sus ideas en 1842, pero no queda claro por qué no buscó su publicación en ese momento. Algunos historiadores sugieren que Darwin, quien una vez consideró el convertirse en predicador, se volvió neurótico por la idea ele la evolución. Otros sugieren que quería acumular un mayor número de hechos que apoyaran sus ideas ante un mundo probablemente incrédulo. En cualquier caso, continuó investigando la naturaleza, por ejemplo pasó ocho años de su vida estudiando los percebes. En ese momento, el 18 de junio de 1858, Darwin se horrorizó al conocer que otra persona había descubierto su teoría. Recibió una carta de Alfred Russel Wallace (1823-1913)- un colega, también naturalista pero más joven y audaz. Wallace también había estado en Sudamérica y había quedado impresionado por las variaciones en la vicia natural que había descubierto allí. Estando atrapado en su tienda de campaña mientras llovía en el sureste de Asia, había leído a Malthus y había llegado a las mismas conclusiones que Darwin. Aunque no conocía a Darwin, le envió una carta acompañada de un trabajo en el que esbozaba su teoría, consultándole acerca de su posible publicación.

Los acontecimientos obligaron a Darwin a actuar. Quería ser conocido como el descubridor ele la selección natural, pero también hubiera sido indecoroso negar el mérito de Wallace. Así que, Darwin y algunos de sus amigos dispusieron que se leyera el trabajo de Wallace y otro redactado por aquél, en ausencia de ambos, en la sesión que la Línnean Society of London celebraría el 1 de julio de 1858, estableciendo de este modo a Darwin y Wallace como co-descubridores de la selección natural.

 Danvin redactó a toda prisa una versión reducida del trabajo sobre la evolución que proyectaba, el cual apareció en 1859 con el título de The Origin of Species by Means of Natural Selection or the Presewation of Favored races in the Sruggle for Life (El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida). En este libro, presentó su teoría con el respaldo de un cúmulo de detalles que la apoyaban. No fue revisada hasta la aparición de su sexta edición en 1872, en la que Darwin intentó responder a los científicos que lo criticaban, resultando su respuesta infructuosa, al desconocer la genética. Darwin escribió otros muchos trabajos, entre los que se incluyen uno sobre el origen del hombre y otro sobre la expresión de las emociones en los humanos y los animales. Tomaremos en consideración estos dos últimos trabajos en el Capítulo 9, ya que forman parte de la fundación de la psicología ele la adaptación


 

Positivismo

Como vimos en el capítulo previo, los filósofos de la Ilustración veneraron la ciencia Newtoniana y comenzaron a aplicar dicho espíritu al estudio de la naturaleza y los asuntos humanos. Estas tendencias se intensificaron en el siglo xix, encontrando una expresión clara y enérgica en la filosofía positiva de Auguste Comte (1798-1857).

Comte, al igual que los filósofos de los que era heredero, no fue un filósofo, científico o académico normal, sino un escritor y conferenciante público cuyo objetivo era el cambio social y político antes que el conocimiento abstracto. Comte se dirigía a las clases trabajadoras y a las mujeres excluidas por los políticos de la aristocracia francesa restaurada, a diferencia de los filósofos, que hablaban entre ellos en sus relucientes salones aristocráticos y que cultivaban la amistad de los déspotas -ilustrados".

Comte describió la historia humana pasando por tres etapas, que culminaban, como en la mayoría de las ideologías revolucionarias, en una etapa final de gobierno perfecto. Estas etapas fueron definidas a partir de la forma característica en la que las personas explicaban los acontecimientos del mundo que les rodeaba. El primero de estos estadios era la etapa teológica. En esta etapa, la gente explicaba los fenómenos postulando entidades sobrenaturales invisibles —dioses, ángeles, demonios, almas- tras ellas. En psicología, este tipo de pensamiento está representado por el dualismo religioso tradicional o el alma racional de Platón, ya que se ve al alma como un ser inmortal y no material que guía la conducta del cuerpo. De un modo parecido, los egipcios concibieron el sol como un dios, Ra, y le adoraron para asegurarse que apareciera todas las mañanas.

El segundo estadio era la etapa metafísica. Todavía se explicaban las cosas a través de fuerzas y entidades invisibles, pero sin estar por más tiempo antropomorfizadas como dioses o elevadas a lo sobrenatural. En psicología, el concepto de forma planteado por Aristóteles pertenece a la etapa metafísica definida por Comte. El alma de un ser vivo no se concibe como sobrenatural o inmortal, sino como una esencia invisible que lo define y gobierna. El pensamiento aristotélico fue, verdaderamente, uno de los objetivos preferidos de los positivistas. Con sus esencias y entelequias, y la visión de propósitos ocultos en todas las cosas, incurrió en el peor de los crímenes para los positivistas: el de la metafísica a gran escala.

El tercer estadio era la etapa científica. En esta última fase, las explicaciones abandonaban cualquier referencia a entidades invisibles o fuerzas de algún tipo. La ciencia positivista, siguiendo a Newton, no se inventaba hipótesis sobre ninguna estructura causal oculta de la naturaleza, sino que proporcionaba principios matemáticos precisos que le permitieran ganar poder sobre ella. Esta etapa representa el triunfo de la filosofía del positivismo.

Cada etapa se rige también por una forma característica de gobierno, que depende del modo, de explicación predominante. Durante la etapa teológica, los sacerdotes tienen el gobierno, como ocurrió en Egipto, aquéllos que poseen conocimiento de los dioses y que pueden comunicarse con ellos, propiciarlos y, hasta un cierto grado, controlarlos. La etapa metafísica se regía por aristócratas refinados tales como los Guardianes de Platón o por una élite de filósofos que estaban en contacto con los asuntos sugeridores del arte y la filosofía. En la etapa científica, finalmente gobernarán los científicos. En particular, aparecerá una nueva ciencia -la sociología-. Los sociólogos, armados con una ciencia newtoniana de la sociedad, tendrán el mismo poder preciso y exacto sobre ella que el que habían tenido los científicos naturales sobre la naturaleza. Comte pensaba que con el triunfo de la ciencia desaparecerían la superstición y la religión y serían reemplazadas por una Religión de la Humanidad naturalista y racional, que rendiría culto al único poder creativo real del universo, el Homo sapiens.

Comte desdeñó a la psicología tal y como se la definía entonces. Precisamente su nombre, psyque-logos, proclamaba su dependencia de un constructo invisible, el alma, que cuando menos era metafísico, e incluso peor, religioso. Una ciencia positiva genuina de los individuos -una que descartara cualquier referencia a lo invisible tendría que ser neurofisiológica. Comte describió una jerarquía de ciencias, desde la más básica {y la que primero .se desarrolló) a la más global (la última en desarrollarse), que acabó convirtiéndose en la tesis de la Unidad de la Ciencia defendida por los positivistas lógicos. En esta jerarquía estaban las matemáticas, la astronomía, la física, la química, la fisiología, la biología y la sociología. En algunas ocasiones se incluía a la Frenología -la primera perspectiva completamente material sobre el problema mente-cerebro entre la biología y la sociología. Para Comte, al igual que para J. S. Mili, todas las ciencias utilizaban el mismo conjunto de métodos y aspiraban al ideal Newtoniano simple. De esta forma, los puntos de vista de Vico y Herder. Quienes consideraban a las ciencias sociales como diferentes fundamentalmente de las ciencias naturales, ejercieron poca influencia en el mundo anglófono y en el francófono.

Algunas de las características del esquema global de Comte parecen un poco estrambóticas. Diseñó una nueva bandera para la Francia científica que se avecinaba, así comí) unos uniformes especiales para los sociólogos gobernantes. Propuso un nuevo calendario racional de 13 meses de 28 días (más un conjunto de días de fiesta para aprovechar los días restantes). El nuevo calendario abolía las Navidades, Semana Santa y las onomásticas, reemplazándolas por los días de Newton, Galileo, y otras cosas por el estilo. Su Religión de la Humanidad nunca alzó el vuelo; incluso fracasó en atraer a otros racionalistas como Mili. Posteriormente, algunos pensadores menos extravagantes redujeron el positivismo a una filosofía de la ciencia. Ernsi Mach (1836- 1916) fue el más importante de estos sobrios positivistas.

Mach fue un gran físico alemán que elaboró el positivismo hasta convertirlo en una filosofía fundacional para la ciencia, Admiraba a Berkeley y, al igual que éste, vio a la conciencia humana como una colección de sensaciones; y consideró que el objetivo de la ciencia no era más que el ordenamiento económico de dichas sensaciones. Mach. Se atuvo a su filosofía antirrealista austera durante el gran debate sobre la legitimidad científica y la realidad ele los átomos, preguntándole a sus defensores « ¿Ha visto alguna vez alguno?». Para Mach, el conocimiento, incluyendo la teoría científica, servía sólo a funciones pragmáticas, permitiéndonos predecir adaptativamente y controlar la naturaleza. La teoría nunca debería cometer el crimen de la metafísica de aspirar a la Verdad. Mach también introdujo un método histórico crítico para el estudio de la ciencia. Creyó que muchos conceptos científicos habían incorporado adiciones metafísicas en el curso de su desarrollo, y que la mejor forma de quitar estos aditamentos y reducir los conceptos a su base sensorial era la de estudiar su desarrollo histórico. Mach, haciéndose eco de Comte, observó que la ciencia había crecido en la atmósfera teológica del siglo diecisiete y que, por consiguiente, conceptos como el de fuerza había adquirido atributos "divinos» como algo distinto que transcendía la mera experiencia.

A pesar de que el positivismo fue controvertido, tuvo una influencia sustancial sobre la psicología. Aunque Wundt fue muy crítico con el positivismo y postuló la existencia de procesos mentales no percibidos para explicar la experiencia consciente, muchos de sus estudiantes, incluidos Titchener y Külpc, simpatizaron con él. Por otra parte, el concepto de inconsciente planteado por Freud, con su fastuoso aunque invisible aparato mental, cometió el crimen de la metafísica a gran escala.

Sin embargo, el positivismo ejerció una influencia más dominante en Norteamérica. William James fue un gran admirador de Mach, cuyo concepto del conocimiento como adaptación práctica es totalmente consistente con el pragmatismo de inspiración darvinista defendido por james. Mach fue una fuente de inspiración para los positivistas lógicos del siglo xx, quienes tuvieron una influencia considerable sobre el conductismo. En nuestro siglo, el conductismo radical de B. F. Skinner ha constituido una explicación positivista rigurosa de la conducta. Aunque la psicología de Mach fue introspectiva, es decir, una psicología del sujeto, una vez que los conductistas decidieron tratar a los seres humanos como objetos de observación, la filosofía de Mach; fusionada con un realismo escocés revisado, llevó directamente al conductismo radical. Skinner mantuvo que el único objetivo de la ciencia es el de descubrir relaciones legales entre las variables dependientes e independientes, lo cual llevaría a la predicción y al control. La referencia a procesos «mentales» inobservables eran conceptos metafísicos tan ilegítimos para Skinner, como lo fueron para Mach. Es más. Cuando Skinner demandaba una utopía no democrática dirigida científicamente era una forma de comtismo sin Religión de la Humanidad. Ambos creyeron que, a través del control científico, se podía perfeccionar a los seres humanos.


De manera más general, la nueva Ilustración fijó la agenda de la psicología norteamericana del siglo xx. En el conductismo, la teoría del re forzamiento fue una extensión del utilitarismo; las teorías de la asociación de ideas se convirtieron en teorías de asociaciones estímulo-respuesta: y los psicólogos anhelaron utilizar sus logros en interés del control social, tal y como lo manifestó John B. Watson. Fundador del conductismo, para «ofrecer a la sociedad una nueva arma para controlar a los individuos».

Asociacionismo

El utilitarismo proporcionó una teoría de la motivación humana sencilla, potencialmente científica y aun así flexible. El asociacionismo, tal y como había sido desarrollado por Locke, Berkeley y Hume, proporcionó una teoría de los procesos cognitivos humanos de las mismas características que la anterior. Ambas teorías se combinaron, a comienzos del siglo XIX con la intención de proporcionar una explicación general y poderosa de la mente humana. El asociacionismo describió el cómo del pensamiento y la conducta -la mecánica de la percepción y del pensamiento- y el utilitarismo describió el porqué -los motivos y las metas que empujan al pensamiento y la conducta.

La discusión de Bentham, sobre los principios gobernantes del placer y el dolor, facilitó la combinación de ambas teorías, ya que estos principios parecían asemejarse a los que los asociacionistas admitieron que gobernaban la formación de asociaciones.

Bentham, por ejemplo, afirmó que el valor tolal de cualquier placer o dolor está determinado por la intensidad, duración, certeza y proximidad de la sensación correspondiente.

David Hartley (1705-1757) desarrolló el asociacionismo como doctrina psicológica en su libro Observations on Man (1749) (Observaciones sobre el hombre), en el que propuso una explicación completamente asociacionista de la mente y la conducta humana. Aunque las ideas de Hartley a menudo se parecen a las de Hume, aquél desarrolló las suyas a partir de los trabajos de John Gay (1699-1745). Hartley era médico, como tantos otros proto-psicólogos, y uno de sus objetivos fue establecer las bases fisiológicas de la asociación. No obstante, como ha ocurrido con otros Newton de la mente, la mayor influencia que Hartley recibió fue lógicamente la de Isaac Newton. No sólo se esforzó por ver la mente a través de unos ojos newtonianos, sino que también adoptó las propias especulaciones que éste había realizado sobre el funcionamiento de los nervios.

Hartley creyó que existía una correspondencia estrecha entre la mente y el cerebro, y propuso Linas leyes paralelas de la asociación para ambos. Sin embargo, no fue Historia de la Psicología un paralelista estricto como Leibniz, puesto que creyó que los acontecimientos mentales dependían causalmente de los neurales. Empezando en la esfera de lo mental, Hartley edificó la mente, tai y como hizo Hume, a partir de unidades atómicas de sensaciones simples. Nuestro contacto sensorial con una cualidad perceptible (que Hartley denominaba impresión) hace aparecer una sensación (similar a la impresión planteada por Hume) en la mente. Sí la mente copia la sensación, se forma una idea simple ele la sensación (comparable a las ideas simples de Hume), la cual puede combinarse asociativamente para formar ideas intelectuales complejas (comparables a las ideas complejas de Hume). Volviendo a los sustratos fisiológicos de la formación de asociaciones, Hartley adoptó la teoría de las vibraciones nerviosas ele Newton. La cual afirmaba que los nervios contenían partículas submicroscópicas cuyas vibraciones pasaban a través de los nervios, constituyendo la actividad neural. Una impresión empezaba a hacer vibrar la sustancia nerviosa sensorial, y esta vibración pasaba al cerebro inferior en donde producía una sensación a la mente. La ocurrencia repetida  crea una tendencia a copiar esta vibración en la corteza cerebral en la forma de una vibración menor, o vibraciúnculo. Correspondiente a una idea.

El asociacionismo de Hartley fue bastante popular. Joseph Priestley (1733--1804), un gran químico y co-descubridor del oxígeno, lo presentó al público y lo defendió ante sus críticos. Alcanzó también bastante influencia en círculos literarios y artísticos, afectando profundamente a la sensibilidad crítica de los artistas de final del siglo, especialmente a los románticos (Coleridge le puso el nombre de David Hartley a su hijo mayor). A largo plazo, el asociacionismo dio lugar al análisis de la conducta en función de hábitos asociados. El asociacionismo se unió al utilitarismo, ya que Hartley afirmó que el placer y el dolor acompañaban a las sensaciones y que, de esa forma, afectaban al pensamiento y la acción.

La fusión del principio de utilidad con el asociacionismo comenzó en serio con la obra de James Mili (1773-1836), un político convertido en filósofo. Su asociacionismo. Una teoría de la mente muy simple, a la que casi concebía como un juego de mecano, se convirtió en el objetivo más frecuente de los ataques de psicólogos posteriores que defendían posiciones más holistas, tales como las de Wundt james y los psicólogos ele la Gestalt. Desde el punto de vista de Mili, la mente es una pizarra en blanco, pasiva, receptiva a las sensaciones simples (las piezas del mecano), a partir de las cuales se conforman las ideas o sensaciones complejas, gracias a la formación de vínculos asociativos (el pegamento que une las piezas) entre las unidades atómicas.

Mili (1829-1964), junto a Condülac, prescindió de las facultades mentales que Hume, Thartley y otros asociacionistas previos habían conservado. Al combinarse con el hedonismo utilitarista, el resultado dio lugar a una imagen de la mente completamente mecánica en el cual una idea sigue a otra idea de una forma automática, sin margen alguno para el control voluntario. Mili mantenía que el ejercicio de la voluntad era una ilusión. El razonamiento no era más que el compuesto asociativo de ideas contenido en los silogismos. La atención no era otra cosa que la preocupación de la mente con cualquiera de las ideas que son particularmente placenteras o dolorosas.

La mente no dirige la atención; su atención se dirige mecánicamente por el principio de utilidad.

Mili, como Bentham y otros muchos que escribieron sobre la mente, expuso su psicología con propósitos de reforma. Mili, influido por Helvetius, al igual que Bentham, se interesó especialmente por la educación. Si la persona desde que nace es HACIA EL UMBRAL DE IA PSICOLOGÍA.

Completamente pasiva, el deber de la educación es el de moldear correctamente su mente. Mili puso en práctica sus ideas en la educación rigurosa que le dio a su hijo, enseñándole griego antiguo a los tres años y Latín a los ocho. Su hijo escribió una historia del derecho romano cuando sólo tenía diez años.

Sin embargo, el hijo, John Stuart Mili (1806-1873), no llegó a convertirse en el perfecto utilitarista que el padre esperaba. Aunque fue un partidario temprano del benthamismo, sufrió una crisis nerviosa durante la cual acabó encontrando estéril, excesivamente calculador y restringido a este punto de vista. Incluso llegó a considerar al programa de Bentham como «diabólico». Finalmente, atenuó los principios hedonistas de Bentham con las visiones románticas de la naturaleza y del sentimiento humano defendidas por Wordsworth. Mili aprobó las preferencias románticas por lo natural sobre lo manufacturado, y negó que el ser humano fuera una máquina. Vio a las personas como algo vivo, cuyo desarrollo y crecimiento autónomo debe educarse, una visión expresada en su totalidad en el libro On liberty (1859-1978) (Sobre la libertad), el documento fundacional del pensamiento político liberal contemporáneo.

La versión del asociacionismo defendida por J. S. Mili, fue conocida con el nombre de química mental. Los asociacionistas tempranos, incluyendo a su padre, habían reconocido que algunos lazos asociativos llegan a ser tan fuertes que las ideas conectadas parecen inseparables. 1. S. Mili fue más allá, y mantuvo que las ideas elementales pueden fundirse en una idea total que no es reducible a sus elementos. Los elementos generan la nueva idea, no la componen simplemente. Mili puso a los colores como un ejemplo de este proceso. Al hacer girar a una cierta velocidad un disco dividido en porciones, cada una de ellas pintada con un color primario, se experimentará una sensación de blancura, y no de colores dando vueltas. Los colores atómicos del disco generan un nuevo color, una tipo de experiencia diferente. Mili estuvo influido por el concepto romántico de coalescencia. la idea de que la imaginación activa podría sintetizar a los elementos atómicos en una creación que fuera más que la suma de las propias unidades componentes, corno cuando los colores elementales se mezclan para producir uno cualitativamente diferente. Wundt concedió mucha importancia al poder de la mente para sintetizar elementos mentales. Los psicólogos de la Gestalt llegaron a ser incluso mucho más bolistas.

Sin embargo, debemos recalcar que aunque Mili atemperó el benthamismo asociacionista de su padre con una concepción del romanticismo más amplia, todavía buscó mejorar, y no refutar, el utilitarismo y el empirismo. Siempre detestó el intuicionismo místico de Coleridge, Carlyle y otros románticos. Tampoco aceptó Mili el voluntarismo romántico. Aunque su química mental reconoció la posible coalescencia de las sensaciones e ideas, quedó como una descripción pasiva de la mente. No es la actividad autónoma de la mente la que ocasiona el cambio químico cualitativo, sino la forma en la que se asocian las sensaciones en la experiencia. Cuando se gira el disco, no se elige verlo de color blanco; son las condiciones del experimento las que producen esa experiencia perceptiva.

 John Stuart fue el último gran filósofo asociacionista. Su asociacionismo surgió en el contexto de discusiones metafísicas y lógicas —y no puramente psicológicas-. Mili creyó en la posibilidad que Hume había planteado de una ciencia de la naturaleza humana, de hecho, intentó contribuir a su metodología. Los asociacionistas posteriores llegaron a ser más distintivamente psicológicos; por consiguiente, pospondremos su discusión para una sección posterior

La nueva Ilustración

El espíritu newtoniano no desilusionó a todo el mundo. Muchos pensadores importantes aprobaron el proyecto de la Ilustración, especialmente en Inglaterra y Francia. Es más, los conceptos centrales de la psicología norteamericana del siglo xx procedían de la nueva Ilustración.
Utilitarismo De una forma u otra, el utilitarismo ha influido poderosamente en todas las ciencias sociales. Propone una teoría de la motivación humana, llamada hedonismo, sencilla y potencialmente cuantificable. Avanzado en principio por Demócrito, el hedonismo propone que la gente se mueve únicamente buscando el placer y evitando el dolor.
Una parte del atractivo del utilitarismo proviene de su flexibilidad. Aunque el principio de utilidad es sencillo, respeta las diferencias individuales, y las diferentes y variadas clases de placeres y dolores que la gente persigue o evita. El principio de utilidad es fundamental para la mayoría de las teorías económicas. En psicología, ha proporcionado las doctrinas motivacionales del conductismo, y continúa ejerciendo influencia en las teorías de la toma de decisiones y en las de la elección.
Transformar el hedonismo en una teoría científica, cuantitativa y práctica fue la empresa que acometió el reformador inglés y Newton de la mente, Jeretny Bentham (1748-1832). Este autor dio comienzo a su obra Introduction lo the Principies oj'Moráis and Legislation (1789-1973, p. 1) (Introducción a los principios de la moral y la legislación) con una declaración contundente de hedonismo utilitarista: «La naturaleza ha puesto a la humanidad bajo el gobierno de dos maestros soberanos, el dolor y el placer. Sólo ellos nos señalan lo que deberíamos hacer, así como también determinan lo  que haremos... Nos gobiernan en todo lo que hacemos, decimos y pensamos». La afirmación de Bentham es típica de un filósofo de la Ilustración, ya que fusiona una hipótesis científica sobre la naturaleza humana con un canon ético sobre cómo debería vivir la gente. No sólo el placer y el dolor «nos gobiernan en todo lo que hacemos» (hipótesis científica), ellos también "deberían» hacerlo así (canon moral). Por supuesto, que algunos pensadores anteriores habían reconocido la tentación del hedonismo, pero habían esperado que pudiera controlarse por algún otro motivo, por ejemplo, por el sentido moral planteado por los filósofos escoceses. La audacia de Bentham consistió en rechazar cualquier motivo que no fuera el de utilidad, por considerarlo como un sin sentido supersticioso, e intentar erigir una ética a partir de este rechazo.
Sin embargo, la definición de utilidad de Bentham no estuvo limitada solamente a los dolores y placeres sensuales. Bentham reconoció, además de éstos, los placeres de la riqueza, piedad y benevolencia, por mencionar sólo unos pocos.
La propuesta newtoniana de Bentham, acerca de la cuantificación del placer y el dolor, hizo a su principio de utilidad algo científicamente importante. La fuerza de la física newtoniana estuvo en su precisión matemática, y lo que Bentham esperaba en aportar una precisión similar a las ciencias humanas. Intentó medir con su «felicifie calculus» las unidades de placer y de dolor, de una forma que hiciera posible incluirlas en ecuaciones que predijeran la conducta, o que pudieran utilizarse por aquellos que tomaban decisiones para efectuar la elección correcta, es decir, la de mayor maximización de la felicidad. Los precios, en economía, son unos sustitutos convenientes del "felicifie calculus» de Bentham. Los economistas pueden determinar fácilmente cuánto pagará la gente por obtener placeres -sean galletas, conciertos, cannabis, etc. cuánto por evitar dolores -comprar sistemas de seguridad, seguros de salud o aspirinas-, y han desarrollado una ciencia muy matematizada a partir del principio de utilidad. Los intentos de la psicología por medir directamente las unidades de placer y dolor han resultado muy controvertidos, pero continúan a pesar de todo. Por ejemplo, en el incipiente campo de la economía conductual, se han desarrollado ecuaciones basadas en cuánto pagarán unas ratas o unas palomas, por ejemplo, cuántas respuestas operantes emitirán, a cambio de diferentes bienes económicos, tales como comida, agua o estimulación eléctrica. Bentham, como reformador social, quiso que los legisladores -la audiencia a la que había dirigido sus Principies- emplearan el felicific calculus para hacer las leyes.
Su objetivo debería ser 4a mayor felicidad para el mayor número posible*. Es decir, los legisladores deberían intentar calcular cuántas unidades de felicidad y de placer se generarían en todo el país por cualquier acción dada, y actuar siempre para maximizar la cantidad neta de placer. Por lo general, Bentham abogó por un gobierno mínimo, ya que, al igual que los Sofistas, creía que lo placentero y doloroso variaba de una persona a otra. Desde el punto de vista utilitarista, debería dejarse a la gente que libremente hiciera aquello que les hace felices, no lo dictado por un gobierno entrometido que persigue su propia función de utilidad.


La reafirmación de la emoción y la intuición: La rebelión romántica

Aunque habitualmente consideramos al romanticismo como un movimiento del mundo de las artes, fue, en realidad, mucho más; continuó con las protestas de la Contra-Ilustración en oposición a la visión del mundo cartesiano-newtoniana. El artista y poeta romántico William Blake (1757-1827) rogaba: *Dios nos salve/de la visión simple del sueño de Newton». Los románticos consideraron que las demandas cartesianas por la supremacía de la razón eran desmesuradas, y las combatieron con cantos a los sentimientos fuertes y a la intuición no racional. En tanto que algunos escritores de la Ilustración, particularmente Hume, habían valorado las «pasiones- morales y suaves, los románticos estuvieron inclinados a venerar todas las emociones fuertes, incluso las, violentas y destructivas. Los románticos creyeron fervientemente, por encima de todo, que existían más cosas en el universo que los átomos y el vacío, y que se podría alcanzar un mundo más allá de lo material si se desataban las pasiones y la intuición. Muchos románticos tomaron drogas psicoactivas con este fin, esperando poder escapar de los límites de la conciencia racional ordinaria, a la búsqueda de una verdad superior, casi platónica.
Como era de esperan la concepción romántica acerca de lo mental difería de la de Newton y con ella de la mente de la Ilustración. La mayoría de los escritores de la Ilustración estuvieron preocupados por la experiencia consciente; los románticos presagiaron ideas sobre el inconsciente, el hogar caótico y primario del sentimiento y la intuición. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860) postuló que la voluntad es la realidad nouménica que hay detrás de las apariencias. La voluntad de la que hablaba Schopenhauer, especialmente la voluntad de vivir, empuja a la humanidad hacia un esfuerzo vano e interminable por alcanzar algo mejor. Esta descripción cié la voluntad prefigura el concepto de Ello planteado por Freud. En su obra Parerga, este autor escribía lo siguiente: «En el corazón de cada hombre vive una bestia salvaje*. La inteligencia intenta controlar a la voluntad, pero su furia nos causa dolor y lo inflige a otros.
También prefiguraron a Freud los escritores que vieron el lenguaje del inconsciente en los sueños, sólo necesitando ser descifrado para revelar los secretos del infinito.
En contraste con la imagen de la mente bastante mecánica y sin vida que avanzaron muchos de los filósofos, especialmente en Gran Bretaña, los románticos representaron a La menee como libre y espontáneamente activa. La voluntad es una bestia salvaje, pero aunque la furia implica dolor, también implica libertad de elección. Así, la filosofía de Schopenhauer fue voluntarista, una reacción romántica en contra del determinismo materialista de la Ilustración. Por lo general, esto llevó a que los románticos veneraran a héroes, genios y artistas, aquéllos que hicieron valer SLL voluntad y no se inclinaron ante kis costumbres del mundo. Por ejemplo, Thomas Carlyle reverenció a héroes que abarcaban desde Odín hasta Shakespeare o Napoleón. Incluso podemos encontrar en el estudio de la percepción este énfasis romántico en la actividad independiente de la mente. La mayoría de los filósofos siguieron a Hume, al ver la percepción como un proceso de registro ele -impresiones» en una mente pasiva. Por ejemplo, Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), influido por Kant, Leibniz. y la tradición idealista europea, comparó a la mente con una lámpara. En vez de registrar simplemente impresiones, la mente producía luz intelectual, alcanzando activamente el mundo y moldeando la experiencia resultante.
Los románticos rechazaron la concepción mecánica de la sociedad que había llevado a la Ilustración Francesa, cuyo comienzo habían aplaudido pero cuyo final sangriento habían lamentado. Si la sociedad, como la naturaleza, no es más que una máquina, entonces, al igual que ésta, debe estar controlada científica y racionalmente. Algunos románticos como Edmund Burke (1729-1797) sostuvieron, en contra de la opinión anterior, que las sociedades se desarrollaban, que no podían hacerse. Las costumbres de la sociedad civil se convertían lentamente en un conjunto interconectado y rico de costumbres, normas y creencias, que en muchas ocasiones, sólo estaban en la conciencia de una forma marginal. Pensar en alguna práctica social como irracional, era afín a pensar que la forma de un árbol era irracional. Además, del mismo modo que la poda excesiva para darle forma a un árbol puede matarlo. la planificación científica puede matar a una cultura. Un solitario Burke aplaudió, como miembro del parlamento, a la Revolución Americana porque hizo valer los derechos consagrados de los ingleses contra un Rey tiránico. No obstante. Burke denunció a la Revolución Francesa, posteriormente, por derrocar, en nombre de la razón abstracta, el estilo de vida francés natural y desarrollado.

Aunque el movimiento romántico fue efímero, su legado para la psicología fue el de una gran escisión. Todos los psicólogos fundadores vieron la mente desde el espíritu del romanticismo, aunque sin concederle un papel elevado a la pasión y la intuición. "Wundt denominó a su psicología como voluntarista, acentuando la independencia existente entre los principios del desarrollo mental y los del desarrollo físico. James fue también un voluntarista, comprometido profundamente con la realidad de la voluntad y con su libertad. Por supuesto, Freud recogió la noción del inconsciente, y elevó sus pasiones a causas del pensamiento humano y de la conducta, por encima de la voz siempre tenue de la razón. Sin embargo, en el mundo de habla inglesa, que es el que fundamentalmente nos interesa, la concepción de la mente, y después de la conducta, como algo esencialmente mecánico e impulsado desde el exterior, reemplazó, a pesar de las protestas de James, a las concepciones románticas. Asimismo, los psicólogos del siglo xx estuvieron profundamente involucrados en la ciase de ingeniería social científica que horrorizó a los herederos conservadores de Burke. El romanticismo, por lo menos en psicología, fue derrotado por la nueva Ilustración.